a contraluz
Libertad para Jose Rubén Zamora
Consuelo Porras se puso al servicio de Giammattei para tratar de destruir a Jose Rubén Zamora.
Los casos fabricados contra Jose Rubén Zamora muestran en toda su magnitud cómo Consuelo Porras ha convertido el Ministerio Público (MP) en un instrumento de persecución política. La detención y encarcelamiento del periodista fueron urdidos por Porras para satisfacer los ánimos de venganza del expresidente Giammattei, que no soportaba que el diario elPeriódico revelara los hechos de corrupción en que estaban involucrados él y su pareja, Miguel Martínez. Porras llegó a pedir contra Zamora 20 años de cárcel por lavado de dinero, ocho años por chantaje y 12 años por tráfico de influencias; en total 40 años, algo totalmente ridículo, pero que evidenciaba el odio que le tenían por sus denuncias. El periodista fue condenado a seis años de prisión, pero una sala de Apelaciones anuló la sentencia y ordenó un nuevo juicio, del que no hay fecha para que se inicie. A eso se agrega la invención de otro caso por supuesta obstrucción de la justicia, el cual no ha comenzado porque el juez y la Fiscalía han buscado pretextos para posponerlo.
Hay un hecho ineludible: el MP debe ser rescatado de las manos criminales que lo instrumentalizan.
Zamora fue capturado en su casa el 22 de julio del 2022, en un operativo de 18 agentes con gorros pasamontañas y armas de grueso calibre, como si se tratara de un peligroso criminal. También allanaron las oficinas de elPeriódico, pese a que el MP dijo que no era una acción contra ese diario. A los abogados de Zamora les negaron el expediente del caso y también fueron perseguidos. Porras criminalizó a los defensores, señalándolos de obstrucción de la justicia, por el simple hecho de buscar pruebas de descargo. La persecución se extendió a ocho reporteros y columnistas de elPeriódico, quienes tuvieron que salir al exilio para evitar la cárcel. El hostigamiento, que incluyó el embargo de las cuentas del diario, llevó a que este medio dejara de existir, lo cual constituye una flagrante violación al derecho a la libre emisión del pensamiento.
Mientras narcos y exfuncionarios en prisión viven en cárceles VIP, a Zamora lo tuvieron en una bartolina desde julio del 2022 hasta enero pasado. El periodista denunció que fue sometido a torturas durante su encierro. Era objeto de constantes requisas nocturnas para no dejarlo dormir. En su estrecha celda tenían cámaras dirigidas a él, para evitar que tuviera algo de privacidad; le llegaron a negar agua y luz, además de prohibir el acceso a visitas. Durante meses fue víctima de plagas de insectos que lo atacaban sin piedad. Apenas le permitían salir una hora a tomar el sol, y el largo encierro de 23 horas seguidas, en la oscuridad, causó daños en su salud. El trato que le dieron a Zamora buscaba quebrarlo física y emocionalmente, lo que constituía una clara violación a sus derechos humanos y una advertencia a otros periodistas críticos.
La persecución política contra Jose Rubén Zamora demuestra la crueldad de Consuelo Porras, quien se puso al servicio de Giammattei para tratar de destruir a uno de los periodistas más críticos del país. Tan solo este caso espurio evidencia el peligro de que una persona como ella instrumentalice la investigación penal. El propio periodista está claro de que mientras Porras continúe al frente del Ministerio Público, constituye una amenaza, incluso para el presidente Arévalo. Zamora le dijo al diario El País, de España, que “esa señora ha cometido y sigue cometiendo delitos flagrantes. Es evidente y continuado. Hay que leerlo así o el presidente (Arévalo) va a acabar en la vecindad mía”. Mientras la Fiscalía continúe en poder de Porras, no está alejado de la realidad que busque la forma de destituir al mandatario y quiera meterlo en la cárcel. Arévalo debería tomar en serio esa advertencia. Hay dos hechos ineludibles: Jose Rubén Zamora debe quedar en libertad porque es inocente y hay que rescatar el MP de las manos criminales que lo utilizan con aviesas intenciones.