A contraluz
¿Le molesta el sofocante calor?
Entre las causas de la crisis climática que nos afecta está la galopante deforestación en todo el país.
¿Ya se preguntó usted cuál es la causa de este agobiante calor? No solo es el hecho de que la temperatura ha llegado a más de 40 grados en algunos departamentos del país, sino que la sensación térmica es insoportable. El calor afecta las labores cotidianas, hay episodios de problemas de salud, principalmente en personas de la tercera edad y niños. Han aumentado los incendios forestales en Petén y la Sierra de las Minas, cuyos efectos se dejan sentir por la contaminación ambiental en casi todo el país. Esta situación ha llevado a la suspensión de clases, para evitar que los efectos negativos impacten en los niños. Además, se anuncia que la temporada de huracanes que comienza en junio podría ser más peligrosa que en años anteriores, por el calor extremo. Es evidente que sufrimos una crisis climática, entre cuyas causas está la alta deforestación provocada por la ganadería, los monocultivos y la quema de combustibles fósiles.
La ganadería y los monocultivos, como la caña de azúcar y la palma africana, devastan miles de hectáreas de bosques.
Indudablemente estamos afrontando una ola de calor debido a que el incremento de los gases invernadero causan la retención de calor, principalmente en las áreas tropicales donde se concentra la mayor incidencia de radiación solar, lo cual se complica por el fenómeno de El Niño. Esta crisis climática no sale de la nada, sino que es producto de una serie de acciones que los seres humanos hemos ejecutado en contra del entorno natural. Uno de ellos y quizá el que más nos afecta es la deforestación porque, en los últimos 20 años, Guatemala ha perdido más del 22 por ciento de sus bosques. Los árboles ayudan a regular el clima porque absorben los gases de efecto invernadero, como el dióxido de carbono. El problema es que cuando se talan hectáreas completas, esa barrera natural se pierde irremediablemente y el carbono que tenían acumulado los árboles se libera y contribuye a incrementar la temperatura.
La deforestación más dañina está ligada a grandes grupos de poder económico. Entre ellos los ganaderos, que requieren enormes extensiones de terreno limpio, lo que, en otras palabras, significa la destrucción de bosques. A ello se agregan los monocultivos, como la caña de azúcar, que provoca la devastación total de los ecosistemas donde se instala, además del uso del agua en grandes cantidades. En la Costa Sur este cultivo se extiende y arrasa las áreas verdes. No solo impacta por la pérdida de bosques, sino que la quema de la caña de azúcar contamina el ambiente, daña la salud de las poblaciones cercanas y además libera dióxido de carbono, lo cual contribuye al calentamiento global. El efecto de este cultivo es terrible para las poblaciones cercanas porque las deja sin agua, destruye la capa asfáltica con el transporte de la caña y vierte residuos contaminantes en los ríos.
Si el cultivo de la caña de azúcar causa estragos en la Costa Sur, en el norte del país se extienden las plantaciones de palma africana que generan fuertes dividendos por el aceite que producen. Sin embargo, tras este cultivo está la tala inmoderada de árboles, la contaminación de ríos y el desgaste de los suelos. Ya desde el 2012 el Instituto de Agricultura, Recursos Naturales y Ambiente, de la Universidad Rafael Landívar, alertaba que el 42 por ciento de toda la deforestación en el norte del país estaba relacionada con la expansión de tierras para la ganadería y la palma africana. Los efectos negativos de este monocultivo se manifiestan en la devastación de bosques y en el agotamiento de los terrenos. La palma africana tiene una edad productiva de unos 25 años, luego de los cuales los terrenos quedan inservibles. No se pueden utilizar para ninguna otra actividad agrícola porque sufren el desgaste de nutrientes. El daño está hecho y faltaría ver si las autoridades ambientales pueden desarrollar políticas para evitar que esa devastación sea mayor.