La vergüenza cambia de lado
La Policía solo pudo identificar a 51 de los 83 sospechosos que aparecen en los videos que han sido presentados como prueba.
“No puedo mirarle a la cara, hemos vivido 50 años de vida en común. Llevo 4 preparándome para esto y aún no entiendo por qué ese hombre, que era el hombre perfecto, me ha podido traicionar así. ¿Cómo has podido traer esos hombres a casa, a nuestro dormitorio?”, dijo Gisèle Pelicot, hablándole a quien fuera su esposo por medio siglo.
La Policía solo pudo identificar a 51 de los 83 sospechosos que aparecen en los videos que han sido presentados como prueba.
Y es que, durante más de 10 años, Dominique Pelicot, el esposo, utilizó un sitio web con más de 500.000 visitantes al mes y otras plataformas de mensajería para identificar a hombres que vivieran en un radio cercano a su casa, con el fin de invitarles a violar a su mujer, a quien drogaba con un fuerte sedante todas las noches antes de dormir. Más de 80 hombres, la mayoría desconocidos, la violaron mientras ella estaba inconsciente, durante una década y en su propia casa del pueblo de Mazan, al sur de Francia, frente a él. En el juicio que se lleva a cabo, Dominique admitió haber drogado habitualmente a Gisèle para que abusaran de ella y agregó: “Soy un violador.”
La Policía solo pudo identificar a 51 de los 83 sospechosos que aparecen en los videos que han sido presentados como prueba. ¿Cómo se obtuvieron? Dominique lo grabó todo y Gisèle lo descubrió y tuvo que procesarlo por cuatro años, antes de decidirse a sacar el caso a luz. Todos hombres “normales”, como este esposo, padre y abuelo “atento”, como tantos más, lo cual prueba que los violadores son, muchas veces más de las quisiéramos creer, hombres comunes y corrientes de nuestro entorno, y muy pocos tienen el perfil de Jack el Destripador. Perverso, porque no violan por ser psicópatas, sino porque están completamente seguros de la impunidad que tienen.
Dos de los acusados se defendieron en el juicio diciendo que no habían violado a Gisèle porque el propio marido se las había “ofrecido”; incluso uno de ellos, se defendió diciendo que “violación es cuando agarras a alguien de la calle”. Y para ponerle la guinda al pastel, el abogado defensor de seis de los violadores dijo: “la violación no siempre es violación.” Otros dijeron que creían que ella había consentido para que todo pasara, que ella seguramente se había hecho la dormida porque era tímida, o que Dominique los había manipulado. Durante la década en que se dieron las violaciones, Gisèle padeció síntomas neurológicos y problemas ginecológicos inexplicables, pero nadie sospechó o unió estas pistas, como si la sumisión química no permitiera, tantas veces, una agresión sexual inducida por drogas en el hogar, en una fiesta u otros espacios. Por todo lo anterior y porque aún hay personas que piensan que esto es un asunto privado y que los trapos sucios se lavan en casa, Gisèle decidió sacar el caso a la opinión pública.
El lunes 25 de noviembre, Día Internacional de la No Violencia Contra las Mujeres, la fiscal, Laure Chabaud, dijo que la sentencia sería “larga (…) pero no suficiente, considerando la naturaleza grave de estos actos”. La historia está llena de criminales que, en público, son encantadores, pero en privado cometen horrendos crímenes, dijo. Dominique cerró los ojos o fijó la mirada en el piso durante toda la audiencia, hasta que la sentencia fue dictada: él pasará los siguientes 20 años en prisión. Gisèle, por su parte, al renunciar al anonimato, se ha convertido en un símbolo de lucha, de valentía y coraje para muchas mujeres del mundo. Lo único que pidió Gisèle a sus hijos, quienes la apoyan incondicionalmente, es no estar presentes cuando se mostraran los videos en las audiencias. Su equipo legal dijo que el propósito de hacer esto público era poner la vergüenza en los acusados y no en la víctima, como generalmente sucede. “He elegido que sea así, para que todas las mujeres puedan hacer lo mismo que yo; cuando sufres una violación tienes vergüenza, pero no nos corresponde a nosotras tenerla”. concluye Gisèle.