Catalejo
La sólida fe y el valor histórico hacen renacer a Notre Dame
Se trata de una majestuosa e histórica catedral gótica, resucitada gracias a millones de donaciones de los fieles.
Notre Dame, la maravillosa catedral gótica de París, muy afectada por un devastador incendio el 15 de mayo del 2019, regresará con plena gloria el domingo 8 de diciembre de 2024, 2,031 días después de haber sido gravemente afectada por un incendio visto en transmisión directa con horror y tristeza por cientos de millones de personas en todo el mundo, y logrado gracias al trabajo de 2,000 obreros y artesanos. Al día siguiente del fuego, el presidente Macron ofreció, y lo cumplió, restaurarla en cinco años, lo cual fue ampliamente visto con duda. Con voluntarias donaciones de poco dinero por cientos de miles de ciudadanos y de algunas cantidades grandes, Francia cerró filas para esa lucha y logró recaudar los 893 millones de dólares necesarios.
Cuando las obras artísticas arquitectónicas o pictóricas, en este caso gótica, son afectadas por el paso del tiempo, daños intencionales o fortuitos, resurgen dos criterios: uno, dejarla exactamente igual a como estaba, otro, “actualizarla”, lo cual solo se justifica cuando es necesario protegerla y asegurar su vida gracias a tecnología de este siglo, como esparcidores de agua en caso de incendio en las maravillas de la arquitectura. Es controversial por la mezcla de estilos y de épocas históricas. Francia tiene un ejemplo de esto cuando en 1989 colocó en el patio del monumental Museo del Louvre, estilo renacentista, una pirámide estilo futurista de cristal de 22 x 35 metros, diseñada por el arquitecto sinoestadounidense Leoh Ming Pei. Me adhiero a quienes lo consideran muy chocante.
Ojalá la vida me dé la oportunidad de estar frente a una Notre Dame como era al entrar a la Historia.
Con Notre Dame no faltaron sugerencias de mezcolanzas, la peor de ellas —por absurda— reconstruir horizontalmente el techo y crear un patanco gigantesco triangular donde fuera colocada una cafetería para turistas. Todas fueron rechazadas por la comisión encargada, aunque tuvo algunos puntos de vista también discutibles, como dar una blancura inmaculada a las columnas y al techo, con algunas renovaciones en el interior. La mácula del tiempo, con su huella de hollín oscurecedor de las paredes y arcos, es también parte del valor histórico de la catedral, por haberse juntado minuto a minuto de esos 841 años pasados desde el inicio de su construcción y 679 de su inauguración en 1345. La oscuridad provocada le otorga a lo gótico esa sensación de infinitud.
La “nueva” Notre Dame tampoco estuvo exenta de sucesos sorprendentes o de sensación milagrosa. Pocos días antes las estatuas de santos colocadas en el frente de la catedral, condenados a perderse para siempre a causa del fuego, habían sido retiradas para su limpieza. Se hubieran perdido, como ocurrió con “el bosque” de miles de robles de un poco más de ocho siglos de edad, utilizados para sostener el techo. Igual, son miles quienes ven un milagro en el Cristo sin daño alguno de la nave central, las pinturas de las paredes, las campanas de una torre y otros objetos. Notre Dame podrá ser vista ahora causando una nueva clase de admiración a los visitantes.
El entusiasmo generalizado por el gobierno y los franceses contrastó con la burla religiosa autorizada por los comités olímpicos internacional y francés para la Olimpíada de París este año. Demuestra la profundidad del sentimiento religioso aunque la mayoría no lo muestre públicamente. Para quienes logramos verla antes de mayo del 2019, será extraño observar de nuevo, renovados, los arcos y las columnas de las naves. ¿Para qué voy a negarlo? Ojalá la vida me dé la oportunidad de estar frente a una Notre Dame como era al entrar a la Historia. (Nota: los datos históricos de este artículo provienen de National Geographic, la BBC de Londres, Google y otras entidades, cuyos informes comenzaron a partir del incendio del 2019, 148 años después del anterior, en 1871).