Alternativas
La pregunta es ¿quién?
¿Quiénes son los líderes que nos guiarán a una Guatemala inclusiva que permita la innovación, la equidad y la prosperidad?
Es la cuarta entrega sobre Por qué fracasan los países. Las anteriores muestran la situación de Guatemala, qué debemos hacer y cómo iniciar el cambio de nuestras instituciones. Queda claro que la primera acción es la reforma a la Ley Electoral y de Partidos Políticos (Lepp) y que a ninguno de los políticos actuales le interesa promoverla, sobre todo después del escandaloso incremento salarial que se autodecretaron.
Jóvenes, ustedes son nuestra verdadera primavera. ¡Florezcan porque necesitamos actuar ya!
Entonces, ¿quiénes son los líderes que nos guiarán a una Guatemala inclusiva que permita la innovación, la equidad y la prosperidad? No es una pregunta sencilla de responder porque deben tener valores como integridad y transparencia, una visión clara del futuro, empatía con compromiso social y una destacada capacidad de innovación y de comunicación. Son personas con el carisma de JFK para unir al país y la energía de Ronald Reagan para enfrentar la resistencia al cambio de los aparatos burocráticos y económicos tradicionales. Además, deben contar con una sólida formación académica y experiencia en liderazgo. Es crucial que no apoyen ninguna ideología extremista o autoritaria y deben ser patriotas desinteresados que buscan genuinamente lo mejor para Guatemala, muy diferentes a los políticos actuales.
Es ideal lograr una combinación entre líderes jóvenes y experimentados. Los líderes jóvenes (entre 30 y 45 años) pueden aportar nuevas ideas y energía, mientras que los líderes más experimentados (entre 45 y 60 años) pueden ofrecer sabiduría y experiencia. Los necesitamos para motivar a la población a que participe, se involucre y se logren los cambios que buscamos. No necesitamos de ningún Dipukid o político corrupto que solo son un lastre.
¿Dónde encontramos a estos líderes? La respuesta la vemos en España, con la tragedia del Dana de Valencia. Los políticos fallaron y fueron los jóvenes los que se presentaron de manera voluntaria a trabajar en la limpieza de las ciudades. Viajaron incluso grandes distancias para ayudar, provenientes de universidades, de clubes deportivos, del movimiento Boy Scout, de gimnasios, etc. Son ellos quienes tomaron voluntariamente la tarea de limpiar Valencia y sus alrededores para que regresara la normalidad. Los mismos jóvenes que muchos critican porque viven inmersos en su celular y en las redes sociales, pero ahora… ellos fueron quienes salieron a la calle en apoyo a la población necesitada.
Es una escena familiar para todo guatemalteco mayor de 60 años. En nuestro país se dio una situación de apoyo similar en ocasión del terremoto de 1976. Fueron los jóvenes, sin importar su procedencia, quienes iniciaron las labores de ayuda, limpieza y reconstrucción. Afortunadamente, Guatemala contó con el liderazgo del entonces presidente K. Laugerud y no ocurrieron las dificultades que se dieron ahora en España. Lamentablemente, los siguientes gobiernos fueron represivos y extractivos, silenciando “permanentemente” a cualquier joven o adulto que expresara abiertamente su pensamiento u opinión. Con ello se perdió una generación completa de excelentes líderes políticos.
Los líderes que necesitamos ya están entre nosotros. ¡Son nuestros jóvenes! Deben aprovechar las oportunidades como el repudio generalizado en contra del aumento salarial de los diputados para tomar la iniciativa, unir a la ciudadanía y obligar a nuestros legisladores a reformar la Lepp. Ellos representan la nueva Guatemala, alejándonos de los políticos corruptos y de las vetustas ideologías de derecha e izquierda con las que todavía nos asustan. Buscamos a los mejores y… ¡Buscamos a miles!
De momento, los nuevos líderes no deben afiliarse a ningún partido existente ni aliarse con ningún político actual, ya que la mayoría son corruptos. Primero debemos lograr la reforma de la Lepp y depurar los partidos políticos. Luego, ya podrán integrarse a partidos reformados y depurados para combatir la corrupción generalizada, superar las crisis políticas y de justicia y sacar al país del subdesarrollo.