La geopolítica está transformando rápidamente el panorama del comercio mundial. El siglo XXI ha sido señalado como el siglo de la información o de la sociedad del conocimiento. La política industrial es un componente esencial de cualquier política de desarrollo sostenible y son básicas para acelerar el progreso tecnológico y orientarlo hacia objetivos de sostenibilidad para el desarrollo, abriendo sus mercados y sumándose a la globalización.

Después de la época de sustitución de importaciones se puso de moda la apertura comercial con la promoción de las exportaciones y los acuerdos de libre comercio. Se creó la Organización Mundial del Comercio (OMC) en sustitución del entonces GATT, y con la OMC se estableció un sistema de comercio no discriminatorio, basado en reglas. Sin embargo, las políticas de hace un par de décadas parecen ahora un recuerdo lejano.

Una de las características principales de la política industrial es su enfoque en la economía del conocimiento y la tecnología, en lugar de basarse únicamente en la producción y exportación de bienes tangibles. Ahora se da paso a una nueva era, en la que el valor se genera a través de la innovación y el desarrollo de productos y servicios de alto valor agregado. Esto implica la promoción de la investigación y el desarrollo, la inversión en educación y capacitación, y la creación de un entorno propicio para el surgimiento de empresas innovadoras.

Además, la política industrial busca fomentar la diversificación económica y reducir la dependencia de sectores específicos. En un mundo en constante cambio, es fundamental que los países sean capaces de adaptarse y aprovechar nuevas oportunidades en diferentes sectores. Esto implica el apoyo a sectores emergentes y de alta tecnología, así como la promoción de la sostenibilidad ambiental y la economía circular. Asimismo, se busca fortalecer la colaboración entre el sector público y privado, además de fomentar la cooperación internacional para aprovechar sinergias y compartir experiencias y conocimientos.

Otro aspecto clave es la promoción del comercio exterior. En un mundo con mayor integración mundial, el comercio se ha convertido en un motor fundamental para el crecimiento económico y el desarrollo. Los países que logran integrarse de manera efectiva a las cadenas de valor globales y diversificar sus exportaciones pueden beneficiarse de mayores niveles de inversión, transferencia de tecnología y creación de empleo. En este sentido, la nueva política industrial busca eliminar barreras y facilitar el flujo de bienes, servicios, capitales y conocimiento entre países, mediante acuerdos comerciales y regulaciones adecuadas.

La mayoría de los gobiernos reconoce la importancia de promover un crecimiento inclusivo y sostenible, que genere beneficios para todos los sectores de la sociedad y minimice el impacto negativo sobre el medio ambiente, lo que implica es la adopción de medidas para mejorar la igualdad de oportunidades, garantizar condiciones laborales justas y promover la inclusión de grupos vulnerables. Asimismo, se busca impulsar la transición hacia una economía baja en carbono y reducir el uso de recursos naturales.

Por lo tanto, la política industrial del siglo XXI tiene como objetivo principal promover el crecimiento económico, la innovación y la creación de empleo en un mundo globalizado y cambiante. Para lograrlo, se busca impulsar la economía del conocimiento y la tecnología, fomentar la diversificación económica, promover el comercio exterior y adoptar medidas sociales y ambientales. Solo a través de una política industrial integral y en sintonía con los desafíos y oportunidades del siglo XXI los países podrán posicionarse de manera competitiva en la economía global y garantizar un desarrollo sostenible y equitativo.