Aleph

La planificación de un asedio

Sabemos que la democracia ha sido más un horizonte que una práctica real en muchos países del mundo.

El capítulo tercero del libro de Sun Tzu, El arte de la guerra, está encabezado por el mismo título que da nombre a este artículo. Aunque la lógica de la guerra no es lo mío, cada vez que lo leo, pienso en una Guatemala asediada por décadas. Gracias a este asedio ejecutado por los operadores políticos, sociales, académicos, militares y económicos que han respondido a las órdenes del capital tradicional y/o narco, hemos vivido un continuum de violencia, despojo, impunidad, incertidumbre, saqueo y exclusión.

Sabemos que la democracia ha sido más un horizonte que una práctica real en muchos países del mundo.

Para muestra, el golpe de Estado que el Pacto de Corruptos sigue ejecutando en Guatemala, por la vía del secuestro de las instituciones clave del Sistema de Justicia, el asedio constante a los funcionarios y representantes del gobierno de turno y la cooptación que han tratado de hacer del proceso de elección de cortes, desde el inicio. En el libro en cuestión se cita a Wei Liaozi cuando decía: “Practica las artes marciales, calcula la fuerza de tus adversarios, haz que pierdan su ánimo y dirección, de manera que aunque el ejército enemigo esté intacto, sea inservible: esto es ganar mediante el Tao”. Esa es la estrategia que eligen quienes manejan los hilos del poder: dejar inservible al “otro” grupo que ostenta algún poder. Como lo que el MP quiere hacer con el gobierno del segundo Arévalo.

No es que sean muy inteligentes, es que tienen dinero para comprar a cualquier juez, magistrado o funcionario; no es que sean muy inteligentes, es que tienen dinero para pagar el lobby nacional o internacional que su estrategia pide; no es que sean muy inteligentes, es que les gusta la guerra y viven bajo esa lógica; no es que sean muy inteligentes, es que tienen dinero para pagar a sus estrategas y tiempo para imaginar y ejecutar lo planificado; no es que sean muy inteligentes, es que tienen perros bravos de cara a la sociedad donde actúan, pero conservan la paciencia a lo largo de los años. Eso lo tenemos que tener claro. Se alimentan y viven del conflicto con quienes no estén de acuerdo con ellos, para defender siempre sus intereses. Planifican el asedio en silencio por un tiempo y luego atacan decididamente, mientras quienes ellos consideran sus enemigos aún están proyectando qué planes pondrán en práctica.

No podemos ser tan ingenuos y romantizar el hecho de que, porque llega un gobierno de naturaleza democrática, todo ha cambiado o cambiará pronto. Primero, hay que entender qué es eso de democracia y saber si queremos seguir aspirando a ella como forma de gobierno ideal, o si nos reinventamos tantos siglos después de los griegos. Actualmente  hay intensos debates sobre el concepto mismo de democracia que rebasan las definiciones formales. Hay quienes hablan apasionadamente de las democracias autoritarias actuales; otros defienden las democracias formales y nominales de siempre solo porque podemos votar; algunos más se refieren a la necesidad de volver a los conceptos de democracia representativa, plural y participativa; y finalmente hay quienes dicen que la democracia no existe. Sabemos que la democracia ha sido más un horizonte que una práctica real en muchos países del mundo, y que es un concepto a reformular en un siglo XXI en el cual lo político juega un papel fundamental, pero está en estado de decadencia total, por su absoluta dependencia de lo económico. 

Por otra parte, la inercia de las últimas siete décadas en Guatemala definitivamente ha implicado una planificación del asedio. Sin prisa pero sin pausa, grupos de parecida naturaleza, pero cambiantes de rostro y cómplices, han puesto y quitado presidentes, orquestado golpes de Estado, colocado a sus operadores en el Congreso, las cortes y el Ejecutivo. Por eso hablamos de secuestro. Este continuo Estado fallido para las mayorías ha sido muy exitoso para esas minorías que han gobernado el país y quieren seguir haciéndolo. Ojalá tuvieran al menos la visión de bienestar para toda la población, pero solo piensan hasta dónde llegan su mirada y sus intereses. “Ganan los que saben cuándo luchar y cuándo no”, dice Sun Tzu. A sus oídos, presidente.

ESCRITO POR:

Carolina Escobar Sarti

Doctora en Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad de Salamanca. Escritora, profesora universitaria, activista de DDHH por la niñez, adolescencia y juventud, especialmente por las niñas.