FAMILIAS EN PAZ

La pandemia: ¿tragedia u oportunidad?

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Las perlas son piedras preciosas que llegan a tener un gran valor. Se forman mediante un proceso doloroso, cuando una partícula o granito de arena se enquista en el molusco al interior de una ostra y para protegerse de este cuerpo extraño comienza a secretar nácar. Luego de varias capas finalmente forma una perla. La reacción a una adversidad llega a convertirse en algo de mucho valor.

Un proceso similar ocurre en la formación del carácter en el ser humano cuando enfrentamos situaciones, algunas agradables y otras difíciles. Lloramos desde el momento de nuestro nacimiento, nos vemos forzados a adaptarnos a los cambios y salimos fortalecidos en la medida que superamos los desafíos que la vida los presenta.

' Hemos de aprender a expresar el amor y la misericordia en medio del conflicto.

Rolando De Paz Barrientos

Este año, tanto en lo individual como en lo colectivo, enfrentamos situaciones difíciles: enfermedad, muerte de un ser amado, crisis laborales y económicas, escasez, distanciamiento social, relaciones rotas, etc. Cada una de ellas puede afectarnos emocionalmente si no sabemos cómo enfrentarlas, nos puede estresar, abrumar o deprimir.

Sin embargo, esta pandemia, por difícil que sea, puede sacar lo mejor de nosotros, haciéndonos capaces de soportar la presión, de superar la adversidad. Todo depende de cómo la enfrentemos, tanto en lo individual como en lo colectivo.

El Instituto de Resiliencia del Niño y la Familia señala que la resiliencia es la “habilidad para resurgir de la adversidad, adaptarse, recuperarse y acceder a una vida significativa y productiva”. Este es un buen momento para adaptarnos y recuperarnos como individuos, como sociedad.

Hemos de actuar con determinación y responsabilidad, cuidándonos, buscando proteger a los demás. Cumplamos con las medidas sanitarias y el distanciamiento social. Los que tenemos familia, durante este tiempo de cuarentena tenemos la oportunidad de enseñarle a nuestros hijos a enfrentar situaciones difíciles. Quien desde su niñez logra desarrollar resiliencia y empatía tendrá mayor equilibrio emocional en su vida adulta.

Este aprendizaje se inicia en casa y los padres tenemos mucho que aportar en este proceso. ¿Cómo hacerlo? Valorándolos y amándolos en la justa dimensión, manifestándoles afecto para que aprendan a amarse y valorarse a sí mismos, respetándolos en su individualidad, reconociendo sus talentos y habilidades, permitiendo que cometan sus propios errores para enseñarles a levantarse y corregir sus errores. Pero también corrigiendo los actos de indisciplina, instruyendo en amor, enseñándoles cómo desarrollar relaciones abiertas y respetuosas.

Hay algo tan necesario en este mundo lleno de egoísmo e individualidad, el ser solidarios con los demás, desarrollar conciencia de que hemos de cuidarnos mutuamente. El uso de la mascarilla no solamente es un acto de prevención, sino de consideración y cuidado hacia los demás. Apoyar y socorrer al necesitado compartiendo el pan es algo que podemos poner en práctica y que nuestros hijos pueden aprender en medio de esa pandemia. Actuar de esa manera nos da un sentido fuerte de comunidad.

Actuar de esa manera es, de hecho, la verdadera religión, es en esencia la máxima expresión del amor a Dios: es así porque quien dice amar a Dios pero es incapaz de tener misericordia y ayudar a su hermano en necesidad ha negado la fe. Su religión es vana.

Desde esta perspectiva, la pandemia es cierto que es una tragedia, pero también una oportunidad para salir fortalecidos. Hemos de aprender a expresar el amor y la misericordia en medio del conflicto.

La tragedia y el dolor en la vida de un cristiano deben ser enfocados para la gloria de Dios.

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