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La nueva navidad (más limpia)

El espíritu festivo es una oportunidad para conectar con nuestras raíces y con nuestra comunidad.

Diciembre llega con su magia, un mes de celebraciones, unión familiar y la oportunidad de renovar tradiciones. Es un momento de pausa, de cerrar ciclos y de proyectar el inicio de uno nuevo. Pero, mientras encendemos luces y decoramos nuestras casas, también llega un aumento del 30 % en la generación de residuos, según la Municipalidad de Guatemala. Este dato nos invita a reflexionar: ¿cómo podemos celebrar sin dejar de contaminar?


La tradición de la quema del diablo, el 7 de diciembre, encarna ese espíritu de limpieza y renovación. Es el acto simbólico de deshacerse de lo viejo para dar paso a lo nuevo. Sin embargo, al considerar el impacto ambiental de quemar plásticos, químicos y otros materiales nocivos surge una pregunta: ¿podemos reinterpretar esta tradición en un sentido más sostenible?


¿Qué tal si, en lugar de quemar basura, elegimos reciclar, donar o reutilizar? Lo que ya no usamos puede ser útil para alguien más. Al separar los desechos y evitar quemas tóxicas protegemos nuestro aire y reducimos los daños a la flora y fauna. Encender una vela, escribir en papel lo que queremos transformar, hacer una fogata comunitaria con leña natural o las tradicionales piñatas artesanales pueden ser alternativas igual de simbólicas pero amigables con el ambiente.


Estas fechas también están marcadas por el uso excesivo de desechables: desde las cenas navideñas hasta los convivios de fin de año. Vajillas desechables, bolsas, envolturas plásticas y duroport suelen ser parte de nuestras festividades, pero también de los vertederos al día siguiente. Este año hagamos un esfuerzo colectivo: usemos utensilios reutilizables, decoremos con materiales naturales como ramas y flores secas, y demos regalos sostenibles, como artesanías locales o experiencias significativas.


Que esta Navidad y Año Nuevo nos dejen una huella en el corazón, pero no en el planeta.


No olvidemos que el impacto de nuestras celebraciones no solo afecta a nuestro entorno inmediato, sino también a las generaciones que vienen detrás de nosotros. Al optar por prácticas más sostenibles, estamos creando un legado de conciencia ambiental y dando ejemplo a los más jóvenes. Los niños aprenden observando, y cada gesto que hagamos ahora tiene el potencial de sembrar en ellos valores que perduren toda la vida.


El cambio comienza en casa. No se trata de cancelar tradiciones, sino de evolucionarlas. Transformemos nuestras fiestas en un reflejo de los valores que queremos compartir: cuidado del planeta, unión y responsabilidad. En lugar de usar y tirar, celebremos con conciencia y compromiso. Es importante recordar que toda acción tiene una consecuencia. Guatemala nos pide que seamos responsables; los vertederos y los ríos ya no pueden más.


El espíritu festivo es una oportunidad para conectar con nuestras raíces y con nuestra comunidad. ¿Por qué no organizar actividades colectivas que promuevan la sostenibilidad? Desde limpiezas comunitarias hasta talleres de reciclaje y artesanías, cada esfuerzo cuenta. Involucrar a vecinos y amigos no solo fortalece los lazos sociales, sino que multiplica el impacto positivo de nuestras acciones.


Que esta Navidad y Año Nuevo nos dejen una huella en el corazón, pero no en el planeta. Cada pequeño gesto cuenta: el cambio de una nación comienza con las decisiones que tomamos en nuestros hogares. Este diciembre celebremos el espíritu festivo siendo coherentes con la visión de un país más limpio y sostenible para las generaciones que vienen.


El verdadero regalo que podemos dar este año es el compromiso de cuidar nuestro hogar, nuestra tierra. Celebremos para evolucionar. Hagamos de esta temporada un punto de inflexión hacia un futuro más brillante y consciente para Guatemala.

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