Civitas
La nueva cara del progresismo latinoamericano
Sheinbaum dejó explícitamente claro que Guatemala es una prioridad para su gobierno.
La toma de protesta de Claudia Sheinbaum se vio marcada por una serie de simbolismos que, más que simples casualidades, parecen ser fuertes mensajes sobre lo que vendrá en su sexenio. El simple hecho de que Ifigenia Martínez, una figura histórica en la política mexicana, fuera la encargada de colocarle la banda presidencial a Sheinbaum no es un simple gesto. Más bien, es un acto calculado que simboliza una transición de liderazgo dentro de la izquierda mexicana, sugiriendo que Sheinbaum no solo continúa el legado de Andrés Manuel López Obrador, sino también con la responsabilidad de mantener y expandir el proyecto que, en su momento, Ifigenia Martínez inició con la fundación del Partido de la Revolución Democrática (PRD) y que posteriormente continuó dentro del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena).
Además de la escena entre Sheinbaum y Martínez, la toma de protesta sirvió como punto de encuentro para diversos líderes progresistas y representantes de la izquierda latinoamericana. Entre los asistentes se encontraban figuras vinculadas con el Grupo de Puebla, así como otros líderes cuyos partidos forman parte del Foro de São Paulo. Si bien el motivo oficial del viaje pretende ser un “primer acercamiento” con la nueva mandataria y una muestra de apoyo y colaboración por parte de sus homólogos, resulta difícil no interpretar este evento como algo más significativo.
Y, cómo olvidar el gran gesto que tuvo con el presidente Arévalo en su cuenta de X, al ser el único mandatario a quien le agradeció por acompañarla en el inicio del segundo piso de la Cuarta Transformación.
Si bien es cierto que en los últimos años América Latina ha sido nuevamente testigo del famoso giro a la izquierda, aunque con excepciones significativas, como es el caso de Argentina, también es cierto que muchos de estos líderes están enfrentando serias dificultades para consolidar sus mandatos, como sucede con Gustavo Petro en Colombia o Gabriel Boric en Chile. El debilitamiento de estas figuras podría sugerir que la izquierda comienza a experimentar un nuevo declive. Sin embargo, el ascenso de la nueva representante de la Cuarta Transformación también podría marcar el inicio de una nueva manifestación del progresismo latinoamericano y, por lo tanto, influir en una reconfiguración de fuerzas que lleve a Sheinbaum a tomar el mando de estos movimientos, permitiéndole así marcar la agenda progresista en la región. En este contexto, resulta fundamental monitorear de manera cautelosa las acciones que se propongan desde Morena, porque no sería descabellado que otras figuras en la región intenten seguir sus pasos. Un ejemplo de esto ya se observa en Colombia, donde el presidente Gustavo Petro está considerando una reforma judicial que permita la elección de jueces mediante voto popular.
Ahora bien, ¿qué rol juega Guatemala en este escenario? Regresando a la toma de protesta, Sheinbaum dejó explícitamente claro que Guatemala es una prioridad para su gobierno, al ser el único país mencionado, junto con Estados Unidos, en su discurso en el Zócalo. Nuevamente, este no es un simple gesto, sino un acto que refleja una clara intención de estrechar los lazos con su vecino del sur, aprovechando que existen funcionarios del gobierno guatemalteco que tienen su corazón tatuado con las iniciales del Grupo de Puebla. Y, cómo olvidar el gran gesto que tuvo con el presidente Arévalo en su cuenta de X, al ser el único mandatario a quien le agradeció por acompañarla en el inicio del segundo piso de la Cuarta Transformación.
Ante este escenario, lo único que queda decir es que probablemente nos encontramos ante la nueva cara del progresismo latinoamericano. Una a la que se le deberá ver de frente, pero con cautela.