Un nuevo informe del Migration Policy Institute (MPI) busca explicar las causas subyacentes y las causas detonantes que impulsan a las personas a abandonar sus hogares, a través de una mirada cercana a los patrones y a los impulsores de la emigración.

Guatemala tiene en la historia un crecimiento poblacional que puede sintetizar las etapas en que ha sido recepcionista de migrantes desde la Colonia, con la llegada de las masas que van a colonizar el país y que sucedió en varias etapas, siendo las más importantes las migraciones internas, que consisten principalmente en el traslado de algunos miembros de una agrupación humana o grupos sociales determinados hacia áreas o lugares donde la calidad de vida generada por un mayor ingreso crea en estos grupos o individuos. Esto ofrece estrategias para la gestión migratoria y para el mejoramiento de los medios de vida.

La importancia de la migración como un salvavidas se recalcó durante la crisis de covid-19, que aumentó las remesas a Guatemala de US$10 mil 500 millones antes de la pandemia a US$15 mil 300 en el 2021, superando con creces los ingresos del Gobierno y rebasando el valor de todas las exportaciones del país.

Las nuevas políticas en el norte de América Central, México y los Estados Unidos dejan el asilo y la seguridad fuera del alcance de muchos niños y adolescentes migrantes (Unicef). Cada día son detenidos en las fronteras de México y Estados Unidos 300 niños y adolescentes guatemaltecos.

La migración como tal no es suficiente para despertar el potencial de los migrantes. Los países deben crear las condiciones para mejorar sus capacidades. Ese no es un desafío simple.

“El momento en que un refugiado consigue trabajo, deja de ser un refugiado”, mientras se discutía con el BID sobre programas de inclusión en América Latina y el Caribe.

La migración no es nueva para Huehuetenango ni para los demás departamentos que forman el Altiplano Occidental de Guatemala, pero se ha acelerado notablemente en los últimos años y se ha centrado mucho más en Estados Unidos.

En el Altiplano Occidental, una región que se encuentra entre las más pobres y rurales de Guatemala, el dinero enviado por los migrantes se ha convertido en un recurso clave para el progreso, ayudando a las familias y comunidades a mejorar su vivienda, vestimenta, nutrición, salud, educación y más.

El acceso al mercado laboral no sólo es bueno para los migrantes y sus familias, sino también para las comunidades que lo reciben. Las regiones que reciben más inmigrantes ven un aumento en su productividad económica porque, en promedio, tienden a complementar a los trabajadores nativos y fomentan la inversión empresarial. Los inmigrantes pueden expandir la oferta laboral y crear una mayor competencia para los trabajadores al expandir la demanda laboral con la creación de nuevos emprendimientos.

En los países de acogida, la migración genera crecimiento económico, cohortes más jóvenes, comercio, inversión y emprendimientos, ya que los migrantes se concentran en sectores económicos innovadores y crean más empresas en comparación con la población local.

No hay nada más poderoso para la integración de migrantes y refugiados sin un empleo.