Aleph

La luna de miel se terminó

Muchas cosas se están haciendo bien, pero no se están comunicando bien.

La luna de miel entre el gobierno de Arévalo y la ciudadanía  ha terminado. Es hora de apostarle a una relación de más largo aliento, en la cual las reglas del juego sean claramente trazadas, establecidas, comunicadas y ejecutadas. Es tiempo de renovar el pacto entre el gobierno y sus gobernados, para comenzar a ponerle un verdadero fin a esa alianza mafiosa que ha secuestrado a Guatemala por décadas: el pacto de corruptos. Tiempo de actuar con firmeza, de comunicar oportuna y apropiadamente, de construir una base social amplia y de ponerse la camiseta que dice “presidente de todas y todos los guatemaltecos”.

Muchas cosas se están haciendo bien, pero no se están comunicando bien.

Muchas cosas se están haciendo bien, pero no se están comunicando bien. Mucha gente de todo el país quiere oír y ver más a su Presidente. ¿Qué tal crear algo así como “los miércoles de Arévalo”, donde el presidente le hable media hora a la gente? No hablo de las mañaneras de Amlo, porque Arévalo no es Amlo y Guatemala no es México; hablo de crecer la base social de un movimiento que está cambiando la manera de hacer política y que necesita conectar más con la gente de todo el país, no solo haciendo bien las cosas, sino comunicándolas bien y a tiempo. Pienso ya en las elecciones 2027. Arévalo no es solo presidente para los de siempre; eso implica hablar regularmente (no coyunturalmente) con las juventudes, los distintos pueblos originarios, la gente del campo y la ciudad, las mujeres de todo el país, la gente de la tercera edad o con discapacidad, los migrantes, la diversidad, y más.

Hay que ganarle este país a las mafias. No será cosa sencilla, porque los engranajes que el pacto de corruptos ha puesto a funcionar en todo el Estado  no han dejado de girar. Los golpistas están más dispuestos que nunca a no detenerse y a traerse abajo a los que no comulgan con su narrativa criminal y sus oscuros intereses. Peor aún, quieren traerse abajo este intento democrático que apenas comenzamos a vislumbrar. Para que el presidente Arévalo y su gabinete puedan gobernar, debe terminar la absurda e infundada persecución penal en su contra desde el Ministerio Público (MP) y la Corte Suprema de Justicia (CSJ), en total complicidad con una Corte de Constitucionalidad (CC) que hoy nos avergüenza y debe ser neutralizada. La lucha ha sido asimétrica, ya que todo el sistema judicial está coludido; por eso hay que procurar balances muy pronto, porque lo que no se limpia a tiempo solo produce más gangrena, desgaste y putrefacción.

El imparable ataque de burdos netcenteros en las redes; las inútiles, malintencionadas e infinitas citaciones de diputados hipócritas a funcionarios públicos que ya casi duermen en el Congreso; el litigio malicioso del “Juezito” que busca darle la estocada final al Partido Movimiento Semilla; los casos fabricados a dedo por el MP contra los enemigos del pacto de corruptos y la “falta de pruebas” para los amigos; la reciente e injusta condena a Virginia Laparra por denunciar y nombrar la corrupción; la rearticulación permanente de la gusanera de un sistema judicial que sostiene sus mafiosas alianzas a punta de caletas y colas machucadas. Nada se ha detenido. Como dijo Jose Rubén Zamora al otorgársele el reciente premio Gabo 2024, luego de más de 700 días en prisión: “…el sistema no puede combatir el narco, la corrupción y la impunidad, porque el narco, la corrupción y la impunidad son el sistema”.

La narrativa y prácticas democráticas no serán jamás equivalentes o equiparables a la narrativa y prácticas criminales. Por eso, no podemos compararlas, ponerlas a dialogar, a negociar, a gobernar o a hacer política juntas. Lo criminal hay que erradicarlo de un Estado democrático, centrado en la justicia. Un gobierno se ejerce, porque nadie nos lo regala. Es tiempo.

ESCRITO POR:

Carolina Escobar Sarti

Doctora en Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad de Salamanca. Escritora, profesora universitaria, activista de DDHH por la niñez, adolescencia y juventud, especialmente por las niñas.