pluma invitada
La línea delgada entre los medicamentos verdaderos y los falsificados
La prevención, vigilancia y el combate de los medicamentos falsificados son necesarios.
El problema de los medicamentos falsificados afecta a todas las regiones del mundo. Y sin duda, es primordial trabajar en la educación y concientización sobre esta situación, que pone en riesgo la vida de los pacientes.
La prevención, vigilancia y el combate de los medicamentos falsificados son necesarios.
La prevención, vigilancia y el combate contra los medicamentos falsificados son necesarios, así como la cooperación, colaboración y participación entre las agencias reguladoras nacionales e internacionales.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se estima que uno de cada diez productos médicos que están en circulación en los países de ingresos bajos y medianos es subestándar o está falsificado; sin embargo, la OMS recibe notificaciones de todas las regiones del mundo sobre estos productos.
Por eso resulta importante que los esfuerzos para combatir este problema global no se limiten a los consumidores, sino también se incluya a todos los profesionales que comprenden el ecosistema de salud.
Cabe destacar que la globalización está dificultando la regulación de productos médicos, por lo que es necesario contar con información confiable de los fármacos que se están usando. La forma más adecuada de evitar los medicamentos falsificados es utilizar, únicamente, los indicados por el profesional médico autorizado y distribuidos por entidades del sector que cuenten con registro.
En sus esfuerzos para promover el uso racional de los medicamentos, la OMS indica que este requiere que los pacientes reciban fármacos de acuerdo con sus necesidades clínicas, en dosis que satisfagan sus necesidades individuales, durante un período de tiempo adecuado
Difíciles de detectar. Los productos médicos de calidad subestándar y falsificados son, por naturaleza, muy difíciles de detectar, dado que a menudo están diseñados para que parezcan idénticos a los productos genuinos.
No obstante, hay indicadores que podrían ayudarnos en su identificación: revisar el estado del envase y posibles errores gramaticales o de ortografía; constatar las fechas de fabricación y caducidad, verificando que los datos del envase exterior correspondan con los del envase interior; comprobar que el aspecto del medicamento es el esperado y que no muestre cambios de color, signos de degradación ni olores extraños, y notificar los productos médicos sospechosos al organismo nacional de reglamentación farmacéutica.
Es de considerar que estos productos pueden no causar reacciones adversas obvias, aunque sus condiciones de producción sean malas, lo que implica una higiene inadecuada e intervención de personal no calificado, originando impurezas desconocidas o incluso estar contaminados por bacterias.
Las consecuencias son significativas. Los medicamentos vendidos ilegalmente pueden ser completamente distintos a lo que los compradores creen que están adquiriendo, lo que puede traer serios daños en la salud de las personas.
Pese a que hoy en día la utilización de medicamentos es algo cotidiano en la vida del paciente y en la población en general, su uso inadecuado puede convertirse en un verdadero peligro para la salud.
Así como lo determinan ciertos artículos, la automedicación constituye un problema a nivel mundial, por su alta incidencia y el riesgo que representa en el bienestar de quienes la practican. Por lo que el uso adecuado de los medicamentos se convierte en un parámetro fundamental cuando se piensa en la salud individual y colectiva; tanto los médicos como los pacientes deben cumplir su rol, a fin de que los beneficios de su uso superen los riesgos.
Aunque, la OMS y sus asociados están trabajando para desarrollar métodos que permitan una cuantificación más exacta del número de productos médicos de calidad subestándar y falsificados, ya hay suficientes pruebas que demuestran que el problema es de gran magnitud y de alcance mundial, lo que impacta considerablemente en la vida de las personas.
De hecho, la empresa para la que laboro ha ayudado a evitar que millones de dosis falsificadas lleguen a los pacientes, al unirnos al llamado mundial para prevenir, detectar y responder a la amenaza que representan estos productos.