MIRAMUNDO
La igualdad, la libertad y la orientación sexual
Los Derechos Humanos son universales, es fácil decirlo, pero muy difícil cómo las realidades de los distintos países lo concretan. Uno de los derechos humanos clásicos es de la igualdad ante la ley, los Estados (y los entes de poder) están impedidos a discriminar por religión, raza, género o cualquier otra condición social, otro de los derechos clásicos es la libertad.
' El poder público está para servir y garantizar el legítimo ejercicio de los derechos humanos.
Alejandro Balsells Conde
El Comité de Derechos Humanos y el Comité de Derechos de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, dentro de los órganos de protección universales, y el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, han explicado que la orientación sexual se enmarca dentro lo conocido como “condición social”, en consecuencia, no pueden existir discriminaciones derivadas de dichas situaciones. En este lado del mundo, la Corte Interamericana de Derechos Humanos (ahora mencionada por nuestros políticos con interés) ha dicho que ninguna norma o acto de autoridad fundamentado en derecho interno puede disminuir o restringir, los derechos de una persona a partir de su orientación sexual.
En un país como el nuestro, donde la ausencia de vínculo social con respecto al sistema jurídico es enorme y cada vez más grande, es complejo debatir estos temas, porque muchas percepciones giran en torno a dogmas, verdades irrefutables o desinformación.
El homosexualismo y otras orientaciones sexuales existen, y hacemos muy mal en pretender en establecer un régimen social excluyente y traducir ese régimen social a normas de derecho, como lo intentó el Congreso hace unos meses. La libertad solo puede estar limitada por la ley, así las cosas si una persona se identifica sexual o románticamente con personas de su mismo sexo, ejerce un acto de libertad sin trasgredir ninguna ley.
Buscar ilustración en torno a condiciones sociales distintas de la heterosexualidad es fundamental para una sociedad sin debate como la nuestra, no podemos seguir negando la homosexualidad y peor vetar el tema porque “nos adoctrinan”, dejemos los absurdos. En el mundo, hasta líderes religiosos abordan los temas sexuales, acá se nos quieren imponer las dictaduras del silencio y del armario para evitar el ejercicio de la libertad del otro, pero lo paradójico es como quienes más hablan de libertad pretenden una libertad tutelada por su propia visión de mundo.
Los derechos humanos son progresivos, esto significa como las concepciones mutan conforme el desarrollo social y su protección se erige de manera extensiva, un clásico ejemplo para entender el punto lo constituyen los derechos de las mujeres y el sufragio. Guatemala hasta 1965 reconoció el sufragio universal y hasta ese momento las mujeres analfabetas pudieron tener el reconocimiento de su derecho, en otros países el debate empezó al terminar el siglo 19 o empezar el 20.
Nuestra constitución reconoce a la familia como el génesis primario de la organización social, de acá resulta aún más complejo estos temas si dentro de las familias, en el día a día, existen prácticas discriminatorias a alguno o algunos de sus miembros por su orientación sexual, si esto es así, pues solo quedará confiar en la educación y el amor para modificar estos comportamientos, pero lo que no vale, es establecer dinámicas de poder para proponer y promover discursos de odio, discriminación o ignorancia.
No podemos, los guatemaltecos, seguir llamándole conservadorismo a la mojigatería. Cada uno puede optar por ser conservador en el área que más le agrade, pero de ello a negarle el ejercicio de la libertad al prójimo existe un gran trecho. El poder público está para servir y garantizar el legítimo ejercicio de los derechos humanos, no para erigirse como dueño de libertades ajenas y esto no puede ser difícil de entender, no somos ninguna isla fuera del planeta.