PLUMA INVITADA

La idiosincrasia del empleo del etanol como carburante

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El conjunto automotriz mundial emplea los motores de combustión interna como sistema de propulsión. En ese sector, el etanol ha logrado una importancia considerable al ser mezclado con la gasolina, siendo, a la fecha, el principal biocombustible con una infraestructura establecida de distribución en varios países.

' Guatemala debería aumentar las exportaciones de etanol.

Carlos Rolz Asturias

En el periodo de tiempo entre los años 2015 y el 2021, la producción mundial de etanol estuvo alrededor de los 100,000 millones de litros, o sean 100 billones. EE. UU. fue el mayor productor, 56.8 billones de litros en el 2021, empleando el maíz como materia prima. El segundo fue Brasil, con 28.3 billones, utilizando la caña de azúcar y subproductos. El 68% de la producción, 68 billones de litros, se emplearon como combustible en mezcla con la gasolina. El costo de la materia prima representa entre 70 y 80 % del costo total de producción, siendo el uso de la caña de azúcar el caso que origina el costo mínimo, el cual, en el Brasil, se encuentra entre 0.20 a 0.30 US$ por litro; equivalente a Q5.9 y Q8.9 por galón. Sin embargo, el precio de venta se sitúa en unos Q21 el galón.

Las propiedades fisicoquímicas del etanol lo hacen un combustible más eficiente en los motores que la propia gasolina. Por ejemplo, se obtienen relaciones de compresión más altas, tiempos óptimos de ignición y niveles mayores de aire de admisión porque tiene un índice de octanaje más alto. Por supuesto que se afrontan ciertas desventajas en los motores, entre ellas una pequeña proporción de desgaste prematuro de ciertos componentes. Pero la operación por millones de vehículos por décadas demuestra claramente que hay muchos más aspectos positivos que negativos. Desde el punto de vista ambiental, debe recordarse que la caña de azúcar, al crecer, toma el CO2 del aire. Si este carbono regresa a la atmósfera por diferentes vías, incluyendo la quema del follaje de la caña antes de la cosecha, el balance es de cero emisiones. El proceso de producir etanol de la caña de azúcar emite alrededor de 17 g de CO2 equivalente por MegaJulio de energía. Cifra 3.4 veces menor de la estimada en el proceso de producir etanol del maíz, y más baja, 4.23 veces, también, que la cifra estimada en la producción de gasolina. De manera que, desde el punto de vista de la sostenibilidad, el etanol, como combustible sobresale.

Las emisiones de óxidos de nitrógeno (NOx) de los motores de combustión interna operados con mezclas de etanol y gasolina son menores que los operados solo con gasolina. Además, al emplear combustibles oxigenados se logra una combustión más eficiente, con lo que se pueden reducir los niveles de monóxido de carbono (CO) y de hidrocarburos residuales emitidos. Guatemala produce etanol combustible y lo exporta en su totalidad, ya que no existen, por ahora, los instrumentos jurídicos que reglamentan su mezcla. Guatemala debería aumentar las exportaciones de etanol. Es un país que cuenta con un sistema ecológico adecuado para tal fin y consta de una infraestructura de producción privada y eficiente.

A nivel mundial existe actualmente, debido a situaciones geopolíticas, una demanda de dicho producto. En este escenario no se está promoviendo la producción exclusiva de la caña de azúcar. Por el contrario, hay una alternativa mejor: la variedad de sorgo, o maicillo, que se denomina dulce o azucarado, ya que al madurar acumula azucares en su tallo, como ocurre con la caña. Este posee características que lo hacen atractivo, se cosecha en cuatro meses; por lo tanto, el producto está disponible todo el año, requiere menos fertilización y riego, y además, se obtiene el grano, el cual, desde el punto de vista nutritivo, supera en ciertos aspectos al maíz y puede emplearse como sustituto parcial de la harina de soya importada en los concentrados para aves y cerdos. Ello implicaría definir otras zonas de baja altitud para su producción, además de las usuales, para plantar el sorgo común, que se cultiva en varios departamentos.

ESCRITO POR:

Carlos Rolz Asturias

MSc en Ciencias de la Ingeniería Química de la Universidad de California, Berkeley. Fue fiduciario del Grupo Educativo del Valle y director del Instituto de Investigaciones de la UVG.