La guerra sin guerra de Europa
El miedo como estrategia. ¿Cuál es el mensaje oculto tras el anuncio europeo?

Esta semana, la Unión Europea (UE) sorprendió al instar a sus 450 millones de ciudadanos a estar listos para posibles crisis. El mensaje de “prepárense para sobrevivir 72 horas” no es inocente. Busca sembrar en la ciudadanía una sensación de vulnerabilidad. El miedo es una herramienta poderosa, que une a las sociedades, reduce la resistencia a decisiones drásticas y, sobre todo, crea un terreno fértil para que los gobiernos impulsen políticas extraordinarias.
No es una simple precaución. Detrás de esa frase se esconde una advertencia calculada, para crear pánico.
Se enfatizó en la necesidad de que cada hogar europeo cuente con un kit de supervivencia, que incluya agua embotellada, alimentos no perecederos, linternas y documentos de identificación. Además, se recomendó elaborar un “plan de emergencia familiar”, para afrontar las primeras horas de cualquier eventualidad, desde desastres naturales hasta agresiones armadas contra Estados miembros.
Este llamado a la preparación se enmarca en un contexto de creciente incertidumbre geopolítica. El rearme europeo no será barato. La UE intenta reunir esa cifra colosal, que busca movilizar hasta 800 mil millones de euros, para revitalizar su industria militar, producir armamento, modernizar ejércitos y disminuir su dependencia de Estados Unidos. Pero, para lograrlo, necesita convencer a sus ciudadanos y parlamentos de que el gasto es urgente e ineludible. En un continente con economías estancadas o en recuperación, el sector defensa representa una oportunidad de inversión, empleo y crecimiento. Este anuncio también puede ser un guiño a los grandes fabricantes de armas europeos, que saldrán beneficiados del nuevo contexto de rearme.
La propuesta ha generado diversas interpretaciones. Algunos analistas la ven como una medida necesaria para reducir la dependencia de Europa de aliados externos y reforzar su autonomía estratégica. Otros la interpretan como una respuesta a la percepción de una amenaza creciente por parte de Rusia, especialmente tras la invasión a Ucrania, y las tensiones en aumento en la región. Países como Alemania, Francia y Polonia estarían entre los más involucrados en este esfuerzo de rearme, buscando modernizar sus ejércitos y aumentar la producción de armamento. Sin embargo, la magnitud de la inversión propuesta plantea interrogantes.
Además, la iniciativa ha generado debates sobre la priorización de recursos y la necesidad de equilibrar el fortalecimiento militar con otras áreas críticas, como la salud, la educación y el bienestar social. La Comisión Europea sostiene que la seguridad es un pilar fundamental para garantizar la estabilidad y prosperidad del continente, pero críticos advierten sobre el riesgo de una nueva carrera armamentista y el impacto que podría tener en las relaciones internacionales.
En este contexto, el llamado a la preparación ciudadana adquiere una dimensión adicional. Más allá de ser una medida de prudencia ante posibles desastres naturales o emergencias sanitarias, refleja una toma de conciencia sobre la volatilidad del escenario global, y la necesidad de que la población esté preparada para enfrentar situaciones imprevistas. La UE también planea organizar un “día nacional de preparación”, subrayando la importancia de una cultura de resiliencia y autoprotección.
Nada une más que un enemigo común, y ante las divisiones internas por migración, economía o política energética, la amenaza externa —implícita o explícita, principalmente Rusia—, sirve para alinear a los países miembros detrás de una causa común, la seguridad continental. El anuncio no solo busca preparar a la población. También es una pieza clave en una estrategia para recaudar fondos, ganar respaldo político, fortalecer la industria de defensa y proyectar poder. No es solo prevención, es movilización.