Fundamentos
La guerra que se libra en nuestra vecindad
Esta guerra es producto de un calculado esfuerzo por destruir las libertades.
Una buena parte de la atención mediática está centrada hoy en los conflictos armados en el Medio Oriente y en la región de Eurasia. Uno de ellos, la guerra entre Rusia y Ucrania, se desenvuelve en forma convencional, es decir entre dos estados y dos ejércitos regulares. El segundo, el de Gaza, es más complejo. Con un carácter geográfico más amplio, librado entre una nación y una facción armada y con episodios de variada intensidad, esta confrontación está lejos de ser catalogada como convencional.
Sin embargo, hay un tercer tipo de conflictos que transcurre también con altos niveles de violencia, que está sucediendo bastante más cerca de casa, que se origina al interno de cada país y que tiene como centro de la disputa la lucha entre las dictaduras y los valores republicanos. El último episodio de este conflicto es Venezuela, pero viene librándose desde décadas atrás en todo el continente americano. Esta guerra es producto de un calculado esfuerzo por destruir las libertades y las garantías ciudadanas.
El primer disparo se produjo en el ámbito jurídico. Con pretensiones de refundar el modelo de estado en América Latina, un grupo de juristas altamente ideologizados plantearon cambiar el concepto de la Constitución, que es la norma fundamental en que quedan recogidos los derechos de los ciudadanos frente al poder del Estado, para presentarla como un instrumento político de apoyo a los proyectos revolucionarios. Este experimento buscaba convertir a la Constitución en una herramienta de poder, haciéndole perder todo su carácter garantista.
La segunda expresión de esta guerra fue la instrumentalización de la justicia. Controlar las cortes se convirtió en una herramienta para dispensar premios y castigos a propios y rivales. De esa forma, funcionarios no electos decidían sobre las dinámicas políticas en los países y sustituyendo la antigua violencia política por la violencia judicial se aseguraban el control de los poderes.
Sus trincheras son las aulas, los medios de comunicación y las redes sociales.
Siempre en el plano jurídico, la siguiente manifestación de este plan antirrepublicano lo han constituido las relecturas de los artículos constitucionales. Con el control de las cortes asegurado, se han apresurado a darles retorcidas interpretaciones a los artículos que limitan la reelección y de esa forma garantizarse la permanencia en el poder.
El extremo de este esfuerzo totalitario es el cansancio de tener que ir a elecciones. Poner presos a todos los candidatos de la oposición o simplemente trucar los resultados a la vista de todo el mundo es lo último que se les ha ocurrido. Algo como decir que, si el pueblo ya no quiere al gobierno que tiene, simplemente hay que cambiar al pueblo. Eso es lo que estamos viendo en países hermanos.
Esta guerra, en la que se pierden vidas, libertades y derechos, nos concierne a todos. Los valores republicanos de la alternabilidad, los balances e independencia de poderes, la rendición de cuentas y las garantías ciudadanas están siendo mutilados en esta guerra que dura ya más de dos décadas. Sus trincheras, a diferencia de los conflictos militares, son las aulas, los medios de comunicación y las redes sociales. De allí la dificultad de articular una respuesta adecuada.
La democracia y la república requieren hoy la valentía de sus mejores mujeres y hombres para luchar por su defensa y para recuperar los espacios de la libertad que son necesarios en toda sociedad.
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