La fórmula perfecta para subir los precios y la informalidad
El verdadero salario mínimo es siempre cero, independientemente de las leyes.
El incremento al salario mínimo para 2025 decretado por el presidente, Bernardo Arévalo, ha reavivado el debate sobre su eficacia para mejorar las condiciones de vida de los trabajadores. Aunque según sus defensores esta medida busca reducir la pobreza y garantizar un “ingreso digno”, en la práctica genera efectos adversos que contrarían estos objetivos.
Aunque perjuren que el incremento al salario mínimo no incrementará los despidos ni los precios, eso será lo que pasará.
El aumento en el salario mínimo ocasionará que muchas empresas, especialmente las más pequeñas, se vean en la necesidad de incrementar sus precios, y las que no lo puedan incrementar, se verán obligados a despedir trabajadores. Todo ello incidirá en un menor nivel de vida para la mayoría de los guatemaltecos, ya que los precios subirán para todos, indistintamente de que reciban el aumento —más del 70 por ciento de los trabajadores se emplean en la informalidad— y habrá muchos que dejarán de laborar en la formalidad. Esto también contribuirá a incrementar la cantidad de personas que decidan emigrar a Estados Unidos en la búsqueda de trabajo. Como bien lo dijo Thomas Sowell: “Desgraciadamente, el verdadero salario mínimo es siempre cero, independientemente de las leyes; y ese es el salario que muchos trabajadores reciben como consecuencia de la creación o del aumento del salario mínimo obligatorio, o porque pierden su empleo o porque no encuentran trabajo cuando entran en el mundo laboral”.
La economía guatemalteca, caracterizada por su alta tasa de informalidad y limitada diversificación, enfrenta el riesgo de frenar su crecimiento y competitividad frente a otros países de la región. Esto es particularmente preocupante en sectores como el agrícola y el manufacturero, donde los costos laborales representan un porcentaje considerable de los gastos operativos. Las empresas que no puedan mantenerse competitivas podrían cerrar, generando un efecto dominó que impactará tanto a empleados como a comunidades enteras.
Cuando los salarios —que son un costo como cualquier otro— suben de manera artificial, los empresarios tienen que trasladar esos costos al precio final de los productos y servicios. Esto crea una espiral creciente que termina afectando a los mismos trabajadores que supuestamente buscaban beneficiar, pues el poder adquisitivo real de sus ingresos no mejora sustancialmente. Esto es especialmente terrible para quienes laboran en la informalidad, puesto que suben los precios de los productos que compra, pero no su salario. Aunque el presidente y el ministro de Finanzas perjuren que el incremento al salario mínimo no incrementará los despidos ni los precios, eso será lo que pasará.
La verdadera solución para mejorar las condiciones laborales no radica en decretos que fijan salarios mínimos, sino en la creación de un entorno económico dinámico. Esto incluye reducir las barreras burocráticas para los emprendedores, disminuir los obstáculos a las inversiones, y esforzarse en establecer las condiciones necesarias para atraer inversiones extranjeras. Solo así se podrán generar empleos formales productivos y bien remunerados.
Guatemala necesita soluciones que fomenten la prosperidad para todos, no solo paliativos que perpetúan la pobreza. El camino hacia un futuro más próspero requiere decisiones que prioricen el crecimiento económico sostenible por encima de las soluciones populistas. En lugar de enfocarse en soluciones superficiales, es momento de construir un modelo económico que fomente la inversión, la innovación y la creación de oportunidades para todos los guatemaltecos.
Si quiere comprender mejor los efectos del incremento al salario mínimo, le recomiendo el excelente artículo al respecto publicado por Olav Dirkmaat en: https://trends.ufm.edu/articulo/salario-minimo-guatemala-2025/