Si me permite

La felicidad debe ser resultado de lo que soy

La auténtica felicidad no es algo que surge automáticamente, pero se cultiva en la vida

“La felicidad se alcanza cuando lo que uno piensa, lo que uno dice y lo que uno hace está en armonía”. Mahatma Gandhi

En la etapa formativa de nuestra vida nuestros mayores deben de haber tenido el debido cuidado para inculcarnos y enseñarnos el valor que tiene la felicidad en todas las circunstancias que habremos de enfrentar. Si no fue así, debemos tomar la determinación de ser personas que valoramos una vida feliz más allá de una manifestación emocional para que se nos conozca como personas felices y no lo contrario, que puede tener una variada diversidad de manifestaciones negativas.

Más que en las emociones, la verdadera felicidad debe reflejarse en lo que logramos en la vida

Cuando nos encontramos con personas felices en nuestro andar diario debemos de darle el reconocimiento debido a la persona, porque su modo de ser se extiende a los demás y de un modo u otro genera relaciones sanas y atractivas.

Es indudable y en muchos casos probado que las personas que son auténticamente felices con su modo de ser, en cada reunión u oportunidad en la que se reúnen con los suyos contagian a los demás o bien los que se sienten incómodos se alejan, cuando se dan cuenta de que tienen que unirse al estado de ánimo de las personas felices, o de lo contrario quedan simplemente eliminadas en las interrelaciones porque por su modo de ser no se les toma en cuenta.

Muchos de nuestros conocidos posiblemente cuando las cosas están bien o cuando por alguna razón se les gratifica, reflejan una felicidad que no es más que una celebración, pero en ningún momento es algo propio de su personalidad. Si habremos de ser felices, estando solos o en una grata compañía, esto habrá de repercutir primeramente en nuestra salud y luego en la convivencia armónica, y además en las nuevas relaciones que se nos habrán de presentar, las cuales serán alternativas que podremos tomar en cuenta si es que nos interesa considerar.

Toda felicidad que está fundada en la voluntad y en la determinación personal no necesita ser justificada. Cuando se nos pide explicación, tampoco se tiene algún argumento para ser justificada, sino que simplemente se atribuye al modo de ser de uno. Es fundamental el criar a nuestros niños para que su etapa formativa sea de felicidad, no porque se les den todos sus gustos o porque logran lo que quieren, sino porque aprenden a ver el lado agradable y positivo de las cosas que enfrentan. Por encima de lo que se esté enfrentando, hay una panorámica clara de lo que habrá de venir luego y eso los hace felices. Por ejemplo, cuando se está haciendo un esfuerzo para alcanzar una meta, o bien cuando se están sacrificando algunos gustos para lograr un objetivo previamente trazado, se puede con facilidad ver cómo con paciencia se visualiza el logro, y de ese modo se está acariciando con felicidad lo que se habrá de tener.

Es muy fácil percibir cuando se comienza a analizar y evaluar el logro del cómo se alcanza la felicidad que se tiene, y concluimos que son pequeños detalles que han permitido el logro, los cuales, a primera vista, pasan desapercibidos o que para los demás que nos rodean no son de mayor trascendencia, pero son pequeñas piezas como la de un rompecabezas, que con una paciencia especial se están acomodando y al final se alcanza el sentimiento de lo que se ha logrado, y favorece a las emociones manifestando una auténtica felicidad.

ESCRITO POR:

Samuel Berberián

Doctor en Religiones de la Newport University, California. Fundador del Instituto Federico Crowe. Presidente de Fundación Doulos. Fue decano de la Facultad de Teología de las universidades Mariano Gálvez y Panamericana.