Criterio urbano

La desinformación en la era de la inteligencia artificial

Tenemos que ser capaces de ver más allá de los mensajes que recibimos.
 

En su libro Desinformación, el exgeneral de la Securitate, la policía secreta de la República Socialista de Rumania, Ion Mihai Pacepa, y el profesor de derecho Ronald J. Rychlak, describen las tácticas de propaganda y desinformación utilizadas por la Unión Soviética, incluyendo una campaña específica para desacreditar al Papa Pío XII. En uno de sus capítulos y tal y como lo describe en su columna de opinión Agustín Fabra sobre el libro, “en febrero de 1960 Nikita Kruschev, el presidente ruso, aprobó un plan supersecreto para destruir la autoridad moral del Vaticano. Y el papa Pío XII fue escogido como el principal objetivo de la KGB porque ya había fallecido dos años antes, y debido al lema de la KGB ‘los muertos no pueden defenderse’. El nombre de esta campaña fue ‘Asiento 12’, y el propósito del plan de la agencia rusa de espionaje fue el de hacer que la gente creyera que Pío XII fue un simpatizante del régimen nazi, ya que había sido Nuncio Apostólico en Múnich y en Berlín antes de su papado”.


Ahora con las redes sociales, los mensajes de WhatsApp, videos y grabaciones anónimas e inteligencia artificial, que circulan todos los días, debemos ser más cautelosos hacia la desinformación. Estas artimañas que se han utilizado desde la más burdas, como lo son copiar y pegar una foto, hasta diseminar falsos ataques en contra de una persona se vuelven cada vez más peligrosas en una era en donde es más complicado reconocer qué es verdad y qué es simplemente un invento contado muchas veces a través de bots y cuentas falsas, que repiten la misma información hasta crearle la duda a la persona.


Incluso hay algunos pseudomedios de comunicación cuya única función es atacar a determinado sector o publicar información falsa en contra de una tendencia política o posicionamiento, que hay personas dispuestas a pagar para que parezcan periodistas y puedan expresarse a favor o en contra de narrativas, que muchas veces se sabe que son falsas, pero al ser repetidas tantas veces en las redes sociales, tienen el efecto de que crean la duda y la población termina creyéndolo.

El monopolio de la información ya es inexistente.


¿Cuántas veces no hemos visto videos y mensajes en redes sociales sobre figuras relevantes del sector público, privado o de la sociedad civil, solo con la intención de desprestigiar a la persona?, tanto que se vuelve una forma de burla y ataque para los mismos net centers que se dedican a replicar la información falsa, llegando incluso a ser diseminada por personas que dicen ser periodistas o analistas políticos, pero sin ningún sentido de profesionalismo; solo se dedican a generar bulos, con tal de promover una agenda política o posicionamiento discursivo.


Antes era más complicado; esparcir información falsa era mucho más complejo y requería cierta capacidad monetaria. Ahora, con las redes sociales, la inteligencia artificial y las aplicaciones de creación de videos que pueden alterar la voz de una persona, el semblante de un rostro e incluso distorsionar completamente la realidad; se pueden inventar discursos, conversaciones y crear noticias que son falsas, pero que tienen una narrativa tan bien articulada, en una sociedad tan polarizada, que se pueden posicionar temas políticos de una forma mucho más sencilla.


Así es que lo que nos queda como usuarios de la información es ser más responsables, más analíticos, saber que muchas veces existen personas detrás queriendo engañar y que lo mejor es no circular información que nos genere duda, porque puede ser que estemos solo ayudando a alguien más y siendo el tonto útil de esta nueva forma de propaganda y desinformación.

ESCRITO POR:

Juan Carlos Zapata

Director ejecutivo de Fundesa. Maestría en Gestión Pública y Liderazgo. Licenciatura en Administración de Empresas con especialización en Finanzas. Representante de diferentes mesas de trabajo del sector empresarial.