IDEAS
La coronación de Xi y la caída de China
El sábado pasado terminó el 20 Congreso del Partido Comunista Chino (PCCh). Como era ampliamente esperado, el presidente chino, Xi Jinping, se aseguró un tercer periodo en el poder como secretario general y promovió a algunos de sus aliados más cercanos. La elección de Xi inclina al país de vuelta a un gobierno unipersonal después de décadas de “poder compartido”. ¿Qué camino seguirá ahora la China de Xi? Desde mi perspectiva, más autoritarismo y, por consiguiente, menos desarrollo.
' Xi puede ser “el hombre fuerte” del mundo, pero no hay que olvidar que el poder absoluto, corrompe absolutamente.
Jorge Jacobs
Uno de los sucesos más comentados del Congreso fue cuando el anterior líder chino, Hu Jintao, fue conducido fuera de la ceremonia de clausura. El anciano de 79 años estaba sentado junto a Xi Jinping cuando fue retirado. El gobierno argumenta que fue por cuestiones de salud, pero algunos analistas lo ven como una representación gráfica de la “purga” de Xi Jinping, que sacó del liderazgo a sus opositores, la mayoría, “protegidos” de Hu Jintao. Yo pienso que fue una mezcla de los dos: Hu ya tiene problemas de senilidad, pero el incidente fue una metáfora de lo que estaba sucediendo en la política.
En 1978, Deng Xiaoping lanzó el proceso de “reforma y apertura“ de China, destinado a revertir el caos económico y político del gobierno absolutista del ex presidente del partido, Mao Zedong, sobre el país. Uno de los cambios principales fue establecer un sistema de límites para evitar caer nuevamente en un culto a la personalidad, como sucedió durante la época de Mao. Las reformas y la apertura de Deng funcionaron y el sistema generó una enorme prosperidad para los chinos.
Pero lo que quedaba de esa era fue sepultado la semana pasada, ya que Xi eliminó a los pocos tecnócratas favorables al libre mercado que quedaban en el Comité Permanente del Politburó y los reemplazó con “yes-men”.
Xi estuvo durante 10 años eliminando a todos los que podían oponérsele y reemplazándolos con personas “fieles”. Este Congreso fue solo la culminación de ese proceso de “coronación” de Xi. Los cambios que ya se veían venir desde hace unos años —para quienes ponemos atención— ahora se consolidarán.
La situación para China es complicada ya que Xi y su nuevo equipo —todos hombres que no se atreverán a contradecirlo— ya dejaron claro que su prioridad es la seguridad y la estabilidad de China, más que su desarrollo. Ello pasa por controles todavía más autoritarios de los que ya se tenían y cada vez menos desarrollo de las empresas. A ello hay que añadir los reveses a nivel internacional, siendo quizá el más importante actualmente la nueva política del gobierno de Estados Unidos de prohibir la exportación de chips avanzados a China que frenará bastante la industria de alta tecnología de ese país. Y los efectos se empezaron a ver desde este lunes con el desplome de la bolsa en Hong Kong, de los ADRs de las empresas chinas cotizadas en las bolsas de Estados Unidos y del mismo yuan.
Las noticias sobre problemas en la economía china continúan apareciendo. En los últimos días, por ejemplo, han salido varios artículos sobre cómo Apple está trasladando una parte de su producción a India y a Vietnam, y espera en los próximos tres años producir por lo menos el 25 por ciento de sus productos fuera de China. A ello hay que añadir las noticias constantes sobre los problemas con el crédito en China, los problemas que tienen las inmobiliarias, los pueblos “fantasmas” en donde se ha “invertido” mucho de ese dinero, y así sucesivamente.
Xi, en efecto, se ha convertido en el dictador de China. Podrá ser “el hombre fuerte” del mundo, pero no hay que olvidar que el poder absoluto, corrompe absolutamente. Ese es el futuro que le espera a la que hasta hace poco aspiraba a ser la principal potencia del mundo.