Catalejo

La clara obligación cívica de entender al periodismo

Se dice fácil: 73 años. Pero en ese largo tiempo la historia de Guatemala ha quedado reflejada para siempre.

Ayer se cumplieron 73 años del nacimiento de Prensa Libre, entonces una utopía de luchar y de hacer el mejor esfuerzo por un periodismo independiente, honrado y digno. La realidad de hoy es muy distinta a la de entonces. Eran diferentes, aunque con sólidos valores, cuya existencia urge cada vez más. Era distinta la tecnología, la actitud del público ante los periodistas y su trabajo histórico tan incomprendido. Pero la definición de periodismo y sobre todo de periodista o de columnista, han sufrido cambios, avances y retrocesos. En los últimos años los adelantos tecnológicos han obligado a cambiar el concepto de la profesión dedicada a la indispensable tarea de informar y explicar, en base a la experiencia y los valores, las causas de la incomprendida realidad.

Se dice fácil: 73 años. Pero en ese largo tiempo la historia de Guatemala ha quedado reflejada para siempre.

La amenaza más clara al cumplimiento del derecho humano de informar y de ser informado, lo constituye la inteligencia artificial en todo el mundo. Ayer, por ejemplo, recibí un video en el cual estaban bailando y besándose Donald Trump con Kamala Harris. Es grotesco y sobre todo engaña, aunque la primera reacción sea de risa. Es un ejemplo de la posibilidad ya real de fabricar videos falsos, absurdos y con mala intención o estupidez. No sé cuál es peor. Su fin es simple: lograr el reenvío sin meditación alguna de la burla como una de las formas más eficaces de acabar con la carrera de cualquier persona. Lo pongo como ejemplo porque circula, literalmente, en todo el mundo y por ello su potencial daño resulta ser exponencial.

La tarea del periodismo y de los periodistas y medios informativos es afianzar sus valores, donde no cabe la mentira, ni las publicaciones al estilo del “por inocente” del 28 de diciembre, día de los santos inocentes. Pero también de llenar una serie de características explicadas al público en todo el mundo, literalmente. Una de ellas es insistir en explicar al público la diferencia entre la información noticiosa profesional y los comentarios serios o simplemente recogedores de ideas individuales hechos públicos en los medios informativos escritos o electrónicos. Otra es la valentía de hacer públicas ideas publicando el nombre del autor. No hacerlo es caer en el anonimato, cobarde por definición y comprueba la posibilidad de malas intenciones.

Hay un concepto legal poco conocido, de indispensable aplicación en el periodismo independiente actual: el de daño traición impropia, o sea traición grave al Estado. Como éste es una abstracción para mencionar a sus integrantes, afecta a la ciudadanía. La tarea periodística profesional tanto informativa como analítica, si inventa hechos, su credibilidad cae en el abismo, y si se abstiene de publicarlos, cae en lo mismo. Los intentos de crear hechos y comentarlos a sabiendas de su falsedad, no son periodismo. Son manifestaciones de la libertad constitucional de emitir el pensamiento y no por circular instantáneamente se vuelven ciertas. Cuando la población aprenda a separar los dos tipos de expresión en los medios electrónicos, el periodismo profesional se librará de los políticos y de los integrantes de élites supra individualistas.

Han pasado 73 años desde el nacimiento de Prensa Libre. La lucha siempre ha sido la misma y solo los actores han cambiado, pero los motivos de rechazo malintencionado y de aceptación, siguen siendo los mismos. La tecnología de divulgación es diferente pero los mismos valores se trasladan en vías diferentes, nada más. Tengo 58 años de ver pasar la historia nacional, con sus altibajos, y me da mucha alegría ver cómo Prensa Libre, como institución nacional por ser un medio de divulgación de noticias y de comentarios, se mantiene firme y cómo en los equipos de entusiastas jóvenes ahora con la estafeta informativa, y de personas maduras y con experiencia de vida a cargo de los comentarios, continúan haciéndose realidad los valores sembrados por quienes ya se fueron, pero donde están, recuerdan con entusiasmo una labor cumplida.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.