Con otra mirada

La aparente inutilidad del discurso

Los cambios solo pueden resultar de la refundación del Estado, empezando por cambios a la Constitución.

Mi vínculo con los medios de comunicación empezó, como relaté en oportunidad anterior, al ganar un concurso de diseño como estudiante de Arquitectura para una escenografía del Ballet Moderno de Guatemala, cuyo objetivo fue realizarlo para el inicio de temporada; los periódicos cubrieron la presentación en la Dirección General de Bellas Artes. Fue una grata sorpresa ver publicado mi rostro de 21 años.

La aparente inutilidad del discurso la tengo clara. Opinar sobre asuntos de Estado no los cambia

Haber sido electo Conservador de la Ciudad —Consejo Nacional para la Protección de La Antigua Guatemala (Cnpag)— me colocó en la mira de los medios, ante la importancia de la ciudad, su precaria conservación dos años después de los terremotos del 4 y 6 Feb1976 y la pugna con los vecinos, que resistían las exigencias conservacionistas para reparar sus casas. Por su parte, el cargo exige investigar su historia, urbanismo, arquitectura y expresiones culturales, demanda que compartí con los jefes de Departamento y su resultado, sumado a los aportes de los miembros del Cnpag, fueron publicados en la Carta Informativa. Los problemas puntuales para alcanzar los objetivos institucionales que consideré debían elevarse a la opinión pública masiva, me condujeron a buscar el apoyo de los medios que, sin excepción, abrieron sus páginas, primero en mi calidad de funcionario y luego, con nombre propio.

En aquel vertiginoso período (1978-1986) integré la anual Junta Directiva del Colegio de Arquitectos. La Unidad de Planificación de la municipalidad capitalina nos invitó a conocer el proyecto de remodelación de la Plaza Mayor y parque centenario, a propuesta de su director, colega Alfonso Yurrita Cuesta; actividad que la prensa nacional cubrió. Fue durante esa etapa y sus excepcionales oportunidades cuando consolidé mi vocación de servicio público. Tuve claro que hay tareas de beneficio social que solo son factibles desde la institucionalidad. Así como hay otras, de desarrollo empresarial, que solo pueden hacerse desde la iniciativa privada.

De ahí mi terco reclamo  por el perverso deterioro causado a las instituciones del Estado, por gobiernos inescrupulosos, ignorantes y ambiciosos, cuyo objetivo fue hacerlas parecer inoperantes e incompetentes ante la ciudadanía y ofrecer, pomposa y graciosamente, la mágica solución de que solo los empresarios privados están capacitados para ejecutar la obra que el Estado dejó de hacer. El resultado salta a la vista. Empresarios surgidos de la nada que en un abrir y cerrar de ojos se hicieron millonarios por contratos públicos para obra sobrevalorada, hecha de pésima calidad para cubrir los gastos que la corrupción exige o de obras y servicios que no se hacen ni prestan, pero que salpican de dinero fácil a la eficiente estructura creada en oficinas públicas de los tres poderes: Ejecutivo,

Legislativo y Judicial.

¿Algún connacional duda de esa realidad?

Para hacer corta una historia larga, la presente columna Con otra mirada, columna propia concedida en En2015, inicialmente la dediqué a temas de arquitectura y conservación. A sugerencia del editor, abordé otros asuntos que fueron bienvenidos en términos de cultura general; y otros más, que la realidad política del país obligó a tratar: no olvidar que el presidente Jimmy Morales (2016-2020) estando en funciones declaró: ¡En Guatemala la corrupción es normal!

La aparente inutilidad del discurso la tengo clara. Opinar sobre asuntos de Estado no los cambia, así veamos con estupor cómo el apoyo institucional inmuniza a los corruptos. Los cambios que los ciudadanos deseamos solo pueden resultar de la refundación del Estado, empezando por cambios a la Constitución. Por lo que mi opinión, opinión seguirá siendo, aunque haya quienes la compartan; detalle que reconozco y agradezco.

ESCRITO POR:

José María Magaña

Arquitecto -USAC- / Conservador de Arquitectura -ICCROM-. Residente restauración Catedral Metropolitana y segundo Conservador de La Antigua Guatemala. Cofundador de la figura legal del Centro Histórico de Guatemala.