La actitud y un viejo modelo de pensamiento
Con esa miopía señala, critica y actúa, y desde entonces generó un conflicto social y político.

El avance en las comunicaciones provocó cambios en el comportamiento humano, potenciados durante el encierro por covid-19. Entre los aspectos positivos están el acceso a la tecnología, proliferación de las redes sociales y el trabajo a distancia. Entre los negativos, la usura de las farmacéuticas, la corrupción de los gobiernos en el manejo de las vacunas y la salud pública, y la falta de rigor en la información de las redes.
El progreso no surge de la calma o la ausencia de conflicto, sino de la tensión entre ideas opuestas.
Como se sabe, durante el proceso electoral guatemalteco de 2023, la corrupción política enquistada durante 70 años perdió las elecciones. Un año después, sigue sin aceptar la derrota y sabotea al Organismo Ejecutivo por todos los medios, incluyendo la internet. La mentalidad de finquero de ese grupo de poder impide tener ideología política, pero, como su origen fue el derrocamiento del presidente Jacobo Árbenz (1954), a quien acusó de comunista, mantiene su postura de anticomunista. Con esa miopía señala, critica y actúa, y desde entonces generó un conflicto social y político con sustento en sus lemas favoritos: a) El comunismo o socialismo (le son sinónimos) pretende quitar la propiedad privada a los ricos para repartirla entre los pobres y b) Hay pobres porque al Estado conviene mantenerlos como cantera de votos electorales.
Así como hay personas ricas y pobres, hay países ricos y pobres. La diferencia entre unos y otros no es su antigüedad, sus recursos naturales, inteligencia de sus habitantes ni etnia. Es la actitud la que hace la diferencia. La conducta de las personas en los países ricos muestra que la mayor parte de la población cumple reglas básicas, como la ética, el orden y la limpieza; integridad, puntualidad, responsabilidad, deseo de superación, respeto a las leyes y el derecho de los demás; su amor al trabajo y esfuerzo por la economía y el ocio. Se es pobre por actitud; falta de carácter para cumplir esas premisas básicas del funcionamiento de la sociedad. Si cambiáramos de actitud y cumpliéramos esas simples metas, cambiará nuestro estilo de vida y, consecuentemente, forjaríamos un mejor país.
Retomando el conflicto creado por los finqueros, recordé esta anécdota: “En una de sus clases, un estudiante preguntó a George W. F. Hegel: Maestro, ¿cómo puede el conflicto ser considerado algo positivo? ¿No deberíamos buscar siempre evitarlo?
Hegel, mirando un gran reloj de péndulo que había en la sala, señaló el movimiento de este y dijo: mira ese péndulo, se mueve de un lado al otro constantemente, como si nunca pudiera quedarse quieto. Pero es precisamente ese movimiento, ese vaivén entre dos extremos, lo que hace que el reloj funcione. El estudiante asintió y Hegel continuó. Así es la vida y la historia. El progreso no surge de la calma o la ausencia de conflicto, sino de la tensión entre ideas opuestas. A esto lo llamamos dialéctica. De la tesis surge la antítesis y del enfrentamiento entre ambas nace una síntesis, algo nuevo y más elevado.
Otro estudiante preguntó ¿Y no termina nunca ese movimiento? Hegel sonrió y respondió, No. Porque cada síntesis se convierte en una nueva tesis, que a su vez será desafiada. Así avanza la historia humana, un proceso continuo de contradicción y superación. La clase quedó en silencio, mirando el péndulo, que ahora parecía más que un simple mecanismo, una metáfora del movimiento constante de las ideas y la vida misma”.
Entre Hegel (†1831) y nuestros días hay un gran trecho. ¿Será que reconocemos la dialéctica hegeliana como modelo de pensamiento para explicar la importancia de las ideas y la historia?