PLUMA INVITADA
Invertir en las niñas es forjar un futuro sostenible
En Guatemala hay 3.568,674 de niñas y adolescentes de 0 a 19 años. El 71% son niñas entre 0 y 13 años y el 29% son niñas y adolescentes entre 14 y 19 años. Esta generación de niñas guatemaltecas tiene el potencial de reducir las brechas de género y liderar la transformación hacia una sociedad que garantice la igualdad, si cuentan con las oportunidades necesarias. Se requerirá de inversiones en los derechos de las niñas y adolescentes para enfrentar las barreras que les impiden un desarrollo pleno. Estas barreras se multiplican para las niñas indígenas, las que viven en el área rural o en un hogar pobre: 2.9% de las niñas de 10 a 14 años no saben leer y escribir y ese porcentaje aumenta a 4.4% entre las niñas mayas, y a 4.3% entre las que viven en pobreza. Hay un 24% de niñas en el país entre 4 y 13 años que no asiste a un centro educativo y esta cifra aumenta al 52% en las adolescentes de 14 a 19 años.
' La niñez es la etapa en la que se sientan las bases iniciales para lograr resultados valiosos en la adultez.
Pablo Salazar Canelos
La niñez es la etapa en la que se sientan las bases iniciales para lograr resultados valiosos en la adultez. Durante estos años se desarrollan capacidades y habilidades esenciales, basadas en salud, educación, se establecen conductas, creencias y actitudes que son fundamentales en el proceso de afianzar la autonomía personal durante la adolescencia y juventud. Lo que ocurre en este período tiene un efecto duradero en la vida de las personas en incide en su situación futura. En el caso de las niñas y adolescentes, existen condicionantes que afectan sus trayectorias de vida y que están relacionadas con la zona donde viven, el ingreso familiar, el origen étnico, la condición de discapacidad, la fecundidad, el embarazo adolescente, el matrimonio infantil o unión temprana y su condición de mujer. Cuando una niña entra en una unión conyugal es poco probable que pueda decidir si quiere embarazarse o no, cuándo o con qué frecuencia. En estas condiciones es muy probable que no termine su educación, se desvanezcan sus perspectivas de trabajo y se multiplique su vulnerabilidad frente a la pobreza, su dependencia económica y el riesgo de muerte materna.
Aunque la tasa de fecundidad general en Guatemala ha disminuido, la tendencia de la fecundidad adolescente sigue siendo una de las mayores de la región y no ha logrado reducirse de forma significativa con los años. Según el INE, en 2021, se registraron 62,536 nacimientos de madres entre 10 a 19 años, de los cuales 1,805 fueron de madres de 10 a 14 años, aunque la legislación nacional tipifica las relaciones sexuales con niñas menores de 14 años como un delito de abuso sexual.
Estas niñas y adolescentes que no pudieron decidir sobre sus cuerpos, enfrentarán grandes obstáculos para alcanzar su autonomía económica. Hay evidencia de que las mujeres que fueron madres antes de los 20 años tienden a permanecer más en el hogar y que las que logran incorporarse al mercado laboral perciben ingresos 30% más bajos que los que obtienen las mujeres que han sido madres en la edad adulta.
Apoyar a las niñas significa respetar su derecho a crecer, desarrollarse y tomar sus propias decisiones. Significa también romper con los estereotipos e imaginar un mundo en el que la igualdad de género descubra nuevas dimensiones del bienestar colectivo. Para construir este futuro, necesitamos invertir hoy en el empoderamiento de las niñas de modo que puedan transformarse en un motor para la innovación y el liderazgo. Ayudemos a las niñas a ejercer sus derechos y a hacer realidad sus aspiraciones. Invirtamos en su salud, educación para que adquieran habilidades para la vida y logren ser las protagonistas de su futuro.
*Representante de UNFPA Guatemala