Registro akásico
Injerencismo 3.0
Sin profundidad la política exterior para Centroamérica de Joe Biden.
Después de la elección presidencial de EUA, cabe preguntarse ¿cuánto cambiará la política de EUA relacionada con el Triángulo Norte? El caso hondureño es un sonado fracaso; hay mucha rispidez con El Salvador, y en nuestro país campea la docilidad. Fuera de unos pocos comentaristas, se tapó al presidente Joe Biden cuando favoreció las compras estatales para una marca de productos farmacéuticos, cuya cauda fue la muerte de un médico representante de la Usac y la prisión por varios años de mujeres sindicalistas. Parece que los obsoletos antimperialistas criollos son cada vez más colaboracionistas, pues jamás lo recordaban; como tampoco mencionan, para nada, la intervención de AID en los asuntos político-electorales. En fin, esa posición política solo sirve para comparsa desde hace varios años.
Futuras relaciones internacionales para la región de Trump ni siquiera tienen un esbozo general.
Para resolver el problema de la inmigración a EUA fue encargada la inexperta e influenciable Kamala Harris, sin mayor compromiso ni definición en atender sus funciones. Parece haber delegado a un panel, presidido por el también errático y contradictorio Alejandro Mayorkas, la coordinación de medidas pertinentes. Entre los convocados se incluía al embajador Todd R. Robinson, acostumbrado a modales rudos impropios del cargo, adquiridos después de haber sido diplomático en países con poca estatura geopolítica, tales como Albania, República Dominicana, Bolivia y El Salvador. Nicolás Maduro, el presidente venezolano, lo expulsó a la primera de cambio; de allí en adelante fue puesto como secretario adjunto encargado de asuntos sobre Narcóticos e invitado a visitarnos por la actual administración. Mientras tanto, la narcoactividad se expande sin freno.
El embajador Brian A. Nichols es otro involucrado en el área encargada a la vicepresidenta Kamala. Fue expulsado por los países africanos por su actuación diplomática poco cuidadosa. La rudeza para conducir la diplomacia provocó que Zimbabue lo insultara bajo calificación de matón, a pesar de su amable expresión verbal. La formación de listados de execración para el Triángulo Norte, así como contratar a propagandistas locales para amplificar el descrédito de los incluidos fue su aporte. ¿Cómo se relacionan acusaciones e injurias, con el tránsito migratorio, es un misterio? Mientras tanto, las mafias con comprometidos actores de policía y migración han montado un negocio muy rentable.
El futuro gobierno de Donald Trump no tiene desarrollada una propuesta para atender la relación con Centroamérica. Más todavía si se suma la consideración regional, al incluir a Cuba. En este último asunto están presentes los resultados electorales presidenciales en La Florida. De estado demócrata pasó a ser un furibundo feudo republicano. Los votantes de allí son muy recalcitrantes frente a propuestas de transición tolerantes y negociadas. Lo que se aplica a Cuba también lleva a una actuación contradictoria y ambigua, en Centroamérica y el Caribe. Se priorizará la brusquedad con el Triángulo Norte, equívoca con Nicaragua, y de subsidio a Costa Rica. Divide et impera puede ser válido en otras zonas del mundo, pero solo empeora las cosas en nuestra región.
No se traiga a consideración a México, que ha superado a China en exportación hacia EUA, ni mucho menos a Venezuela, el mayor proveedor extranjero de energía para ese país. Al naufragar el estado profundo, el próximo gobierno necesitará un milagro para escoger a los diplomáticos que hagan avanzar el liderazgo norteamericano, no solo en un mundo en guerra, sino también para nuestra región, tan lejos de Dios y tan cercana al poder hegemónico mundial.