por la libertad

Infraestructura vial: destrucción por negligencia

Con carreteras privadas no hace falta utilizar impuestos ni aumentarlos, el presupuesto puede disminuir. Cada uno paga según la utilice.

Las calles y carreteras de nuestro país se están destruyendo cada día y la razón es pura negligencia del gobierno. ¿Por qué?  Por falta de una adecuada planificación de los trayectos, diseños y construcciones previniendo deslaves, derrumbes, caída de puentes, agujeros inmensos donde pasan colectores, pero, además, por falta de mantenimiento.  Esto aplica también para el aeropuerto y los puertos del país.  Son ineficientes, escasos y mal administrados.  Pero hoy me voy a concentrar en las calles y carreteras porque el daño que ha causado toda esta negligencia por parte del gobierno, debido a la cantidad de vidas que ya se han cobrado y las pérdidas económicas por atrasos en las carreteras.

Las calles y carreteras de nuestro país se están destruyendo cada día y la razón es pura negligencia del Gobierno.

Guatemala es uno de los países donde la velocidad de los vehículos para ir de un lado a otro es de los menores del mundo.  Esto aplica para las carreteras y para las calles de las principales ciudades y pueblos.  Las carreteras deberían estar siempre en buenas condiciones.  No es excusa la cantidad de lluvia que hay.  Simple y sencillamente vivimos en un país con mucha lluvia y si las carreteras se construyen bien, previniendo las mayores cantidades de agua, no tendríamos estos problemas.  No fue por exceso de lluvia que se hicieron los agujeros en Villa Nueva ni en la capital.  Fue por negligencia, ya que no hubo mantenimiento en los colectores.  No fue por exceso de lluvia que colapsó el puente en la carretera al Pacífico, pasado el centro comercial Santa Clara, sino por negligencia, por no hacer mantenimiento a la tubería por donde pasa el agua de lluvia.  No es porque llueva demasiado que hay deslaves recurrentes en el libramiento de Chimaltenango, sino por negligencia en el trazo y falta de refuerzo en las paredes del área donde hay tantos deslaves.  Tampoco fue por exceso de agua que colapsó la autopista de Palín a Escuintla, sino por negligencia.  Y lo mismo con ciertas partes de la RN-14. 

Lo barato sale caro.  Una carretera bien hecha implica un mayor costo original, pero dura más y podrá ser a prueba de todas estas lluvias que ahora destruyen lo que encuentran a su paso.  Es verdad que podría haber eventos extraordinarios como lo fueron el huracán Fifí, Mitch, Agatha o la tormenta tropical Eta.    Sin embargo, ya sabemos que nuestro país se expone a este tipo de fenómenos atmosféricos de cuando en cuando y deberíamos estar preparados construyendo carreteras que resistan estos extremos.  La destrucción de las carreteras y puentes encarecen los productos que consumimos a diario.

La solución es otorgar tramos de carreteras a empresas privadas que puedan invertir fuertemente en ellas, con dinero propio, haciéndolas más seguras y mejores, cobrando peaje, por supuesto.  Quienes se oponen a esta propuesta no tienen ninguna solución aún al pésimo estado de las carreteras del país y siguen defendiendo la ineficiencia y negligencia del gobierno.  Por negligencia deberían ser juzgados todos los que han sido responsables del caos que estamos viviendo, incluyendo las vidas que se han cobrado y las pérdidas de los productos que no ha llegado a su destino a tiempo.  Con carreteras privadas no hace falta utilizar impuestos ni aumentarlos, el presupuesto puede disminuir.  Cada uno paga según la utilice.  Es más justo.  

Los propietarios de las empresas privadas que construyan y administren sus proyectos son responsables de mantenerlas seguras, con buen mantenimiento, bien señalizadas y que estén funcionales todo el tiempo.  No es así con el gobierno, quien no se hace responsable, y lo que tenemos es un desastre que está costando carísimo a Guatemala.  Urge que cambiemos nuestro modelo.

ESCRITO POR:

Ramón Parellada

Empresario. Catedrático universitario. Director del Centro de Estudios Económico-Sociales (CEES).