Inflación 2024: un respiro económico
La pregunta es si esta enorme deuda para cubrir uno de los presupuestos más irresponsables de nuestra historia generará inflación.
Termina el 2024 con una de las inflaciones más bajas desde 1980: 1.7%. Solo en 1982 y en 2010 se registraron inflaciones menores; en 1982, un golpe de Estado derrocó al general Romeo Lucas García, y en 2009, el mundo sufría las consecuencias de la crisis financiera de 2008. Tener una inflación de 1.7% es una buena noticia en comparación con las cifras de entre 4% y 5% anuales, con algunos años en que se disparó aún más. Aunque el 1.7% parezca una buena tasa, siempre he insistido en que no debería haber inflación, ya que esta representa un robo por parte del gobierno a los ciudadanos que tienen sus ahorros en los bancos o en efectivo.
Los verdaderos efectos de la inflación vienen del incremento de la emisión monetaria más allá de su demanda.
Este robo es causado principalmente por gobiernos irresponsables que aumentan sus presupuestos a base de deuda y emisión monetaria. Por suerte, para los guatemaltecos, existe un candado constitucional que prohíbe al Banco de Guatemala otorgar préstamos al Gobierno Central. Esto ha permitido que, desde 1994, la inflación se mantenga en niveles inferiores a los que hubiéramos tenido si la emisión monetaria estuviera abierta y disponible para los diferentes gobernantes desde entonces. Además, los préstamos del gobierno central deben ser autorizados por los diputados. Lamentablemente, como ocurre en cualquier país, los diputados intercambian votos cuando les conviene, y este año tendremos un presupuesto desfinanciado enorme, con un déficit fiscal superior al 3% y un gran componente de deuda, bastante orientado a gastos de funcionamiento.
A pesar de ello, no creo que esto afecte la inflación, pues, aunque suban los precios, no será financiado con emisión monetaria. Sin embargo, podría afectar si los préstamos provienen de dólares del exterior, ya que es el Banco de Guatemala quien los compra y, al hacerlo, emite quetzales. Esperaría que, al ingresar más dólares, el tipo de cambio siga revaluándose, sumado a las crecientes remesas que envían los guatemaltecos cada año.
La pregunta es si esta enorme deuda para cubrir uno de los presupuestos más irresponsables de nuestra historia generará inflación. Pienso que no, mientras no se utilicen los fondos provenientes del Banco de Guatemala (ya se hizo una excepción en 2020 con un préstamo al Gobierno Central, aprobado por mayoría calificada de los diputados). Pero afectará el futuro de los guatemaltecos, ya que se implementarán más impuestos para pagar los préstamos que hoy tenemos, gastos que carecen de un estudio técnico de factibilidad y rentabilidad.
La inflación, tal como se mide, implica variaciones temporales en productos que afectan la economía del hogar. Si el precio del petróleo sube, dado que Guatemala es un importador, esto impactará en combustibles y derivados, incrementando el índice de precios al consumidor. Pero si baja el precio del petróleo, de igual manera, el índice reflejará una disminución.
Personalmente, no me gusta esta definición popular de inflación: aumento sostenido y generalizado de los precios. No obstante, es la que se utiliza en todos lados. Los verdaderos efectos de la inflación vienen del incremento de la emisión monetaria más allá de su demanda. Las consecuencias son nefastas, ya que falsifican las señales que los empresarios necesitan para hacer inversiones rentables. El cálculo económico se distorsiona por estos precios falsos. Cuando el poder adquisitivo del dinero se ajuste, las empresas que parecían rentables se darán cuenta de que no lo eran y quebrarán. Además, la pérdida del poder adquisitivo perjudica a los ahorradores y beneficia a los deudores. Esto destruye el capital y afecta más a los pobres, vulnerables y asalariados. Se produce así una injusta transferencia de riqueza en la sociedad.