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Guys I’m back

Cuando los resultados electorales son producto de un proceso en el que no hubo amañamiento o irregularidades, solamente queda aceptar los resultados que la mayoría dispone.

Algunos se siguen tomando la política no como algo serio, que lo es —y mucho—, sino como una batalla campal de suma cero, en la que si el contrario gana —sobre todo si es ideológicamente opuesto— solo cabe la descalificación permanente, que es lo único que les queda. Son emotivos, viscerales e irracionales, que no terminan de entender la democracia, aunque se autoperciben —palabreja de moda— como paladines de esta.

Muchos de quienes permanentemente condenan o critican a Trump son incapaces de ver el problemón nacional existente con esos dos partidos radicales de extrema izquierda.

Cuando los resultados electorales son producto de un proceso en el que no hubo amañamiento o irregularidades —lo que no ocurre en dictaduras y autoritarismos como los que se siguen maquillando—, solamente queda aceptar los resultados que la mayoría dispone, porque es unos de los pilares fundamentales de la democracia liberal que nos hemos dado, y a la que aspiramos permanentemente.

Es curioso observar, sin embargo, que persiste una guerra ideológica inconclusa en este país, y que lejos de estar superada o permanecer latente aflora con más frecuencia de la que se hubiese deseado, pero sobre todo esperado, a 30 años de la firma de los acuerdos de paz.

Se pudo ver recientemente una delegación de la URNG, encabezada por la diputada de dicho partido en el Parlacén, Aura Lily Escobar, como viajaba a Venezuela a la toma de posesión del dictador Maduro. También es la diputada que felicitó a Cuba en el día de la “rebeldía nacional” y la que percibe unos US$4 mil mensuales, frente a los menos de US$30 de los trabajadores de los regímenes que aplaude y promueve. No menos descaro y poca vergüenza tuvieron los de Codeca —aquellos que jalaron al anterior PDH de candidato—, quienes rechazaron, en un comunicado, la presencia en Guatemala del presidente electo de Venezuela, Edmundo González, mientras glorificaban y santificaban al dictador venezolano, como sus colegas extremistas del otro partido. ¡Así las cosas con los golpistas en pleno siglo XXI!

Está claro que solamente la democracia permite que organizaciones extremistas —como la URNG y Codeca— tengan espacios de expresión y militancia social. Justamente lo que ellos impiden con actitudes autoritarias, algo que por supuesto es conveniente revisar. Los no demócratas no deberían poder destruir la convivencia desde la democracia, y esos partidos extremistas o terroristas —que los hay en otros lugares— tendrían que ilegalizarse, porque son un cáncer terminal para un sistema que se basa en la participación plural, dentro de un marco legal y con reglas que ellos no observan e irrespetan.

Muchos de quienes permanentemente condenan o critican a Trump —elegido por más de 77 millones de norteamericanos— son incapaces de ver el problemón nacional existente con esos dos partidos radicales de extrema izquierda, y alguno más que se consolida a la sombra. Por cierto, y al respecto, hay que hacer notar la crítica que hace Insigth Crime —y que callarán muchos informativos e informadores— sobre cómo en esta administración progresista de Semilla ha lubricado a los consejos de desarrollo con millonarios fondos que ponen en tela de juicio el compromiso con la transparencia y la buena gestión pública ofrecida, aunque haya sido calificado como “negociación política” por el ministro de Finanzas, el mismo que la negó precisamente en el pasado cuando así fue tachada por analistas y medios.

La doble moral no es nada nuevo en autoridades políticas, y más notoriamente en aquellas que en su vida no han hecho otra cosa que jugar en ese tablero de inmoralidades, sin haber trabajado en algo productivo. El mayor problema, no obstante, es normalizar esas situaciones y acomodarnos, para terminar siendo cómplices en lugar de ciudadanos fiscalizadores que ejercen su responsabilidad.

ESCRITO POR:
Pedro Trujillo
Doctor en Paz y Seguridad Internacional. Profesor universitario y analista en medios de comunicación sobre temas de política, relaciones internacionales y seguridad y defensa.

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