Godot ha llegado
Guatemala y el liderazgo regional
La situación actual en Centroamérica ha generado una oportunidad para que Guatemala tome un liderazgo regional.
Como mencionaba la semana pasada —Divide y vencerás, Prensa Libre 1/9/2024, pág. 27—, la región puede estar tan dividida como lo estaba a hace un siglo, lo que permite a ciertos países actuar con dos objetivos distintos: liderar para unificar la misma o liderar para ser el país pivote de los intereses de cualquier potencia que busque imponer sus intereses en la misma. Como diría Maquiavelo, se puede ser fuerte como un león para defenderse de amenazas o ser astuto como un zorro para aprovechar las oportunidades que se presentan antes de que lo hagan otros. Dado el contexto centroamericano, las circunstancias se presentan aptas para que Guatemala aproveche las oportunidades que se le presentan.
Guatemala se mantiene como el país en la región centroamericana que mantiene las relaciones más estrechas con Washington.
La reciente llegada de 135 presos políticos de la oprobiosa dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo en Nicaragua es un logro diplomático más allá de que las gestiones para la liberación de estas personas hayan estado a cargo de los Estados Unidos. Es un logro, primero, por el gesto humanitario de acoger personas —que desde acá pueden solucionar su situación migratoria— que, por el simple hecho de extender sus críticas hacia las barbaridades de la dictadura de la infame dupla ya mencionada, fueron privadas de todas sus libertades y derechos. Por otro lado, queda muy claro que Guatemala se mantiene como el país en la región centroamericana que mantiene las relaciones más estrechas con Washington.
A esto sumémosle que el gobierno de Nayib Bukele adversa al actual gobierno de Joe Biden y que recientes declaraciones de Donald Trump no fueron del agrado del “presidente más cool del mundo”, podríamos decir que El Salvador anda en la congeladora con los Estados Unidos. Más grave resultó ser el caso de Honduras después de filtrarse un vídeo que muestra las negociaciones entre supuestos narcotraficantes con miembros de la familia de la presidente Xiomara Castro quien, obviamente siguiendo las indicaciones de su esposo, el expresidente Manuel Mel Zelaya —el poder detrás del trono—, acude a la vieja confiable de echarle la culpa de todo al Tío Sam y gritar por los cielos golpe de Estado.
Costa Rica y Panamá se mantienen, como tradicionalmente lo han hecho, al margen de estos problemas, pero no olvidemos que siempre pueden dar una sorpresa. Costa Rica, en otras ocasiones, ha logrado aprovechar estas oportunidades de caos en Centroamérica para presentarse como un ejemplo a seguir. Este fue el caso de los dos gobiernos de Óscar Arias, por ejemplo. Mientras que en Panamá el cambio entre una visión bolivariana —que ve más hacia Sudamérica— hacia volcar sus intereses a Centroamérica es una realidad, pero en transición. En otras palabras, ambos países no terminan de dar ciertas garantías políticas a los Estados Unidos como para contar de lleno con ellos. Por otro lado, la República Dominicana, en el papel centroamericano —así como Belice, en el papel caribeño—, sigue teniendo que lidiar con muchos de los problemas de su vecino Haití.
Con miras a lo que es una incierta elección presidencial en Estados Unidos para el próximo 5 de noviembre, Guatemala debe aprovechar esta relación para conseguir todos los beneficios posibles para el país y sus ciudadanos. Desde ampliar la migración regular hasta conseguir inversiones reales, el Gobierno de Guatemala debería ser lo más disciplinado, creativo y eficiente en negociar acuerdos bilaterales que generen beneficios tangibles y no promesas de largo plazo que se quedan en palabras. Guatemala puede regresar a ser un país líder en Centroamérica, aprovechando la estrecha relación con Estados Unidos, más la difícil situación que atraviesan los otros países en la región. ¡Feliz domingo!