La antorcha
Guatemala se desdibuja en la región
La “Liga de Naciones” es una iniciativa regional disruptiva iniciada por El Salvador y Costa Rica.
Los resultados electorales de los Estados Unidos de América reflejan un mandato amplio e inobjetable al creciente movimiento popular que ha lidereado sin descanso Donald J. Trump dentro de las estructuras organizativas del Partido Republicano. El hoy presidente electo, que ha capeado exitosamente los innumerables y los continuos obstáculos de distinta naturaleza al que ha sido sometido y en especial, de forma providencial, el atentado a su vida, ha superado con creces las previsiones políticas y ha reordenado de entrada a los sectores que han influido tradicionalmente en la integración de los gobiernos tanto republicanos como demócratas.
La “Liga de Naciones” es una iniciativa regional disruptiva iniciada por El Salvador y Costa Rica.
Donald J. Trump, si bien será juramentado el 20 de enero del 2025 como el 47 presidente de los EE. UU., él ya está ejerciendo autoridad en su forma particular de hacerlo y restableciendo la comunicación con líderes políticos del mundo que considera prioritarios. Se destacan las comunicaciones personales desde el ámbito regional con la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, y con el presidente de El Salvador, Nayib Bukele. Ambos representan a países vecinos a Guatemala. El presidente Bukele, quien está gobernando El Salvador en un segundo mandato, que por cierto El Salvador es el segundo socio comercial en importancia de Guatemala, se ha posicionado como el interlocutor principal del presidente electo de los EE. UU. en la región.
En la configuración de esta nueva dinámica regional, el presidente Bukele, que por alguna razón que se desconoce aún no se ha reunido oficialmente con el presidente de Guatemala, Bernardo Arévalo, tomó la iniciativa de visitar hace unos días a su colega de Costa Rica, Rodrigo Chávez.
El Salvador y Costa Rica plantearon la iniciativa, al margen del Sistema de la Integración Centroamericana (SICA), de crear lo que denominaron “Liga de Naciones”, una especie de club de pequeños países del mundo con vocación democrática compartiendo visiones de seguridad y prosperidad. Ambos gobernantes, que estarán convocando a otros países, pretenden sentar las bases para presentar propuestas conjuntas al nuevo gobierno de los EE. UU. Si este fuere el caso, de que la nueva administración Trump avalara esta iniciativa para desarrollar una agenda especial compatible con sus propios planteamientos, se alteraría la dinámica tradicional de interrelacionarse los países de la región centroamericana con el mundo.
Esta iniciativa, que es disruptiva, que nace aparentemente en una forma un tanto endeble, pone en evidencia la dedicatoria de dejar por fuera a los regímenes regionales declarados pro chavistas: Honduras y Nicaragua. Esta fórmula es también incompatible con la que en algún momento los propios EE. UU. impulsaron como la agenda del denominado Triángulo Norte de Centroamérica, que incluye a Guatemala, a El Salvador y a Honduras.
En este nuevo contexto, el gobierno de Guatemala, que ha estado apuntalado apropiadamente por el gobierno demócrata de Joe Biden, se ha desdibujado de su rol históricamente preminente en Centroamérica. Asimismo, la afinidad ideológica y política se manifiesta también con el gobierno de México, que estará sometido a unas negociaciones muy intensas con la nueva administración Trump en diferentes campos de esa relación bilateral y especialmente fronteriza.
Guatemala no puede ni debe seguir sin definir una estrategia internacional que coadyuve en las nuevas circunstancias a abordar con efectividad las amenazas, los riesgos y sobre todo las ventanas de oportunidad que se puedan abrir con la nueva administración Trump.