Hagamos la diferencia
Guatemala en una encrucijada: la urgente necesidad de un liderazgo transparente
A pesar de su alto potencial, el país se ha estancado y rezagado en la región debido a la visión cortoplacista de ciertos grupos de poder.
Guatemala enfrenta una serie de desafíos cruciales para su desarrollo. A pesar de su alto potencial, el país se ha estancado y rezagado en la región debido a la visión cortoplacista de ciertos grupos de poder, que priorizan su bienestar personal sobre el bien común. Esta falta de responsabilidad ha puesto en peligro el futuro del país, que hasta ahora ha resistido gracias a la resiliencia de sus habitantes, sus recursos abundantes —naturales, culturales y etnográficos—, y factores externos como las remesas de migrantes, el dinero del narcotráfico y del crimen organizado, así como la economía informal, que moviliza grandes cantidades de recursos sin control, manteniendo la estabilidad macroeconómica. También cabe destacar la contribución de la iniciativa privada consciente, que busca equilibrar el desarrollo económico.
El país enfrenta decisiones clave que definirán su futuro, mientras la corrupción y la inacción ponen en riesgo su desarrollo.
En los próximos días, el país enfrentará eventos cruciales, como la elección de la Corte Suprema de Justicia y la de Apelaciones, la aprobación del presupuesto 2025, y la revisión de leyes importantes como la Ley de Infraestructura Vial y la Ley de Aguas, junto con varios nombramientos que el Congreso de la República deberá realizar. Sin embargo, este Congreso ha sido percibido como un organismo incapaz de legislar en beneficio del país debido al comportamiento de muchos de sus diputados.
Es esencial que los diputados asuman una postura en favor del bienestar común, permitiendo que Guatemala se encamine hacia el desarrollo. Cada legislador debe anteponer los intereses del país a los propios. La actual legislatura tiene la responsabilidad de actuar con transparencia y facilitar la operatividad del Organismo Ejecutivo, siempre que sea con integridad y eficacia. Cuando el nuevo presidente asumió en enero, hubo esperanza de que la legislatura impulsara el avance del país. Sin embargo, en pocos días se hizo evidente que nuevamente el Congreso servía como freno para el nuevo gobierno.
Tras décadas de saqueo de los recursos estatales, especialmente en la era democrática, es evidente que Guatemala no puede continuar soportando que sus funcionarios se enriquezcan a costa del patrimonio público. Los síntomas de un posible Estado fallido ya se muestran: la infraestructura vial está en un estado deplorable, resultado de la corrupción y la ineficiencia del Ministerio de Comunicaciones, Infraestructura y Vivienda. Mientras tanto, la iniciativa de ley para solucionar estos problemas permanece archivada en el Congreso.
El Organismo Judicial sigue mostrando una ineficiencia alarmante en la aplicación de la justicia, favoreciendo a individuos con claras y flagrantes evidencias de corrupción. Por su parte, el Ministerio Público ha dejado de ser un órgano de justicia para convertirse en un defensor del “pacto de corruptos”. En este contexto, Guatemala está perdiendo un tiempo valioso para aprovechar el Bono Demográfico y acumular capital para el desarrollo futuro.
Hacemos un llamado al Congreso para que reflexione sobre su actuar y proponga una legislación que facilite el trabajo y el progreso de los guatemaltecos comprometidos con el desarrollo del país. Es crucial una elección adecuada de las cortes y una asignación responsable de los fondos del presupuesto que aprobará, y evaluar si el déficit propuesto no comprometerá la estabilidad macroeconómica.
El presidente, por su parte, debe adoptar una actitud más ejecutiva y dinamizar el aparato estatal para que empiece a funcionar con efectividad. Después de casi nueve meses, solo hemos visto buenas intenciones, pero pocas acciones concretas para combatir la corrupción y lanzar proyectos que realmente impacten en el país. Guatemala ya no puede permitirse la inacción.
Mientras tanto los ciudadanos debemos asumir una actitud responsable al cumplir con nuestras obligaciones ante el estado y la iniciativa privada deberá asumir una actitud progresista mejorando su productividad y cumpliendo.