Pluma invitada
Felicitaciones a Paris 2024
Todo el espectáculo giró alrededor de Francia, de su historia y de sus figuras prominentes.
El ser humano posee los sentidos de la visión de la audición, del tacto y del sabor para conocer la realidad que lo rodea. Sin embargo, todas las sensaciones son procesadas por el cerebro para presentar una representación de la realidad que le rodea. Esa misma realidad, que tomamos como una certeza, no es más que una percepción y varía de persona a persona. Algunos sienten la situación de una manera determinada, mientras que otros la perciben de una forma totalmente diferente y hasta opuesta. La percepción que cada uno logra depende de su experiencia de vida, de su infancia, su educación y su cultura. Como no hay dos personas iguales, todos percibimos lo mismo de diferente manera.
Las discusiones que surgieron luego de presenciar la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de París 2024 son un perfecto ejemplo de ello. Unos vieron un espectáculo fabuloso y diferente, promoviendo la inclusión y que relacionaba a las olimpiadas con la mitología griega. Otros vieron una imposición totalmente innecesaria de la ideología de género. Finalmente, muchos se sintieron ofendidos al percibir que una escenificación particular era una parodia de la Última Cena, interpretándolo como un grave insulto a la religión católica. Son solo tres percepciones diferentes de una misma realidad. Lo más importante es que no hay percepción equivocada, las tres son absolutamente correctas desde el punto de vista de quien así las percibe. En lo que sí debemos ser mesurados y precavidos es en la reacción que tenemos de la percepción.
Los primeros disfrutaron del espectáculo sin problema. Los que sintieron rechazo ante la imposición de la ideología de género hicieron notar su incomodidad. Sin embargo, los últimos tuvieron una reacción que en algunos pocos casos puede considerarse como extrema. Su enojo fue tal que cambiaron su percepción, llegando incluso a relacionar la cabalgata de Sequana, diosa del río Sena, como un satánico jinete del apocalipsis.
Las olimpiadas siempre trasmiten el mensaje de unidad, de igualdad y de sana competencia a través de los deportes.
Lo que muy pocos percibimos fue el esfuerzo que hizo Francia para manifestar a través de la ceremonia de inauguración su deseo de convertirse nuevamente en un pilar de inspiración revolucionaria y universal para el mundo. Todo el espectáculo giró alrededor de Francia, de su historia y de sus figuras prominentes. Lady GaGa interpretó Mont truc en plume, una canción popular en el music hall francés, Axelle Saint-Cirel entonó el himno de La Marsellesa, recordando el cuadro de La libertad guiando al pueblo, de Eugène Delacroix. Incluso los siempre simpáticos Minions recrearon el robo de la Mona Lisa. No olvidemos la majestuosa interpretación de Juliette Armanet al cantar Imagine navegando el Sena con el piano en llamas, y la fabulosa voz de Celine Dión cantando Himno al Amor, de Edith Piaf, desde la Torre Eiffel. El despliegue tecnológico culmina con el tributo a la Mongolfiere, el primer globo de aire caliente que vuelve a elevarse llevando el fuego olímpico, encendido desde las antorchas portadas por múltiples atletas franceses.
Las olimpiadas siempre trasmiten el mensaje de unidad, de igualdad y de sana competencia a través de los deportes. El emblema de los cinco aros representa a los continentes del mundo unidos, colaborando entre sí y progresando juntos. En esta ocasión, la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de París 2024 fue un evento impresionante que además de celebrar el deporte rindió homenaje a la rica historia y cultura francesa. El evento les ha brindado a los franceses la oportunidad para no solo ser felices, sino también para que se sientan muy orgullosos.
¡Felicitaciones a Francia y a París 2024!