IDEAS

¿Esperar o atacar?

A una semana del inicio de la guerra en Ucrania, la situación no pinta nada bien. A los rusos la invasión no les ha salido como esperaban, pero como para Putin “perder” no existe en su vocabulario, está dispuesto a arrasar con Ucrania y con el mundo, si es necesario, para sentir que “ganó”. Y esa es la parte que nos puede complicar la vida —mucho más— a todos. A estas alturas es ya obvio que los planes de los militares rusos sobre la invasión de Rusia estaban muy equivocados. Creyeron que podrían arrasar con las principales ciudades ucranianas en un par de días, tomar el control del gobierno y evitarse tener que lidiar una guerra de largo aliento. Pero no contaban con la resistencia que han encontrado en Ucrania, que les ha reducido su avance a pasos de tortuga, lo que ha su vez les ha complicado las líneas de abastecimiento.

' Para Putin, “perder” no existe en su vocabulario, está dispuesto a arrasar con Ucrania y con el mundo, si es necesario, para sentir que “ganó”.

Jorge Jacobs

Con lo que seguramente Putin no contaba tampoco es con la gran cantidad de sanciones que se le aplicarían a Rusia desde el principio de la invasión, lo que, para efectos prácticos lo ha convertido en una nación paria en el mundo. Ni siquiera su amigo Xi, con quien se juraron “lealtad eterna” hace apenas tres semanas, cuando negociaron retrasar la invasión hasta después de que terminaran los Juegos Olímpicos de Invierno de Pekín —como lo dije desde esa reunión y ayer empezaron a salir notas confirmándolo— se animó a votar a su lado, ni en el Consejo de Seguridad de la semana pasada, ni en la Asamblea General Especial de esta semana. En ambos casos, China se “abstuvo” de votar o, lo que es lo mismo, le “zafó la alfombra”.

Pero todo eso, lamentablemente, no hará que Putin cese en su intento de “rehacer” el imperio ruso y convertirse en el Zar Putin. Todo lo contrario, sacará sus más bajas instintos, como se puede ver ya en los bombardeos indiscriminados que ha lanzado contra civiles en varias ciudades ucranianas en los últimos dos días.

No quiero ser pesimista, pero no veo que Putin vaya a ceder, aunque así tenga que mandar a la muerte a muchos de sus propios soldados y a miles de civiles, a quienes dice que ya les avisó que se vayan o morirán, para que no se diga que son “crímenes de guerra”. No tengo ninguna duda de que la guerra de la opinión pública la perdió Putin desde que invadió Ucrania, ni de que los ucranianos la han ido ganando a base de mucho coraje e inteligencia. Pero eso tampoco creo que le haga mucha mella a Putin. Esperemos que a los demás rusos, especialmente a sus allegados, sí les vaya calando y poco a poco lleguen a la conclusión de lo que tienen que hacer para evitar la barbarie.

Por lo pronto, pienso que las sanciones deben incrementarse inmediatamente en el único punto que realmente le ataría las manos a Putin: dejar de comprarle petróleo y gas. Las demás sanciones les complican la vida a casi todos los rusos, menos a Putin, quien sigue recibiendo dinero para financiar su loca aventura. Hay que cortarle ese chorro.

Tengo mis serias dudas de que, aun si logra “conquistar” Ucrania, se detendría. Lo que me lleva a pensar que, tarde o temprano, más países se verán involucrados en esta guerra, lo quieran o no, y me pregunto si no estamos condenados a repetir los errores de 1939, a la Chamberlain.

Un amigo me decía que el único que podía detener a Putin es, de todos, Xi. Pero me pregunto, ¿será que siquiera lo intentará antes de que sea demasiado tarde? Quizá los reportes de que ayer murieron varios estudiantes chinos atrapados en uno de los bombardeos rusos, sean el disparador para que Xi empiece la contención de daños. Ojalá. Termino con las palabras de Jason Jay Smart de hace un par de días: “¿Cuántas vidas se habrían salvado si alguien no hubiera esperado a las ‘soluciones diplomáticas’, sino que simplemente hubiera servido a Hitler té con arsénico en agosto de 1939?”

ESCRITO POR:

Jorge Jacobs

Empresario. Conductor de programas de opinión en Libertópolis. Analista del servicio Analyze. Fue director ejecutivo del Centro de Estudios Económico-Sociales (CEES).

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