Catalejo

Especial característica de este 12 de octubre

La tensión entre México y España ha despertado el interés por conocer la historia y sus verdades, unas amargas y otras dulces.

El 12 de octubre de 1492 es importante porque ocurrió la concepción en el vientre de la Historia de una nueva raza, producto de la aleación de grupos culturales prehispánicos, entre ellos los taínos, mayas, toltecas, mexicas, aztecas, incas, araucanos, con la sangre española. Esta era una mezcla: ibéricos (de allí: Iberia) celtas, griegos, cartagineses y romanos, sefardíes (de visigodos, bizantinos moriscos y bereberes). También inició el fin de la validez del concepto de raza pura, y a la vez el viaje junto a   personas contratadas por otros. Colón nació en Génova, Italia. Sus tripulantes, unos cien, eran marinos, artesanos, expresidiarios provenientes de una amplia geografía. Solo se conoce un listado parcial de nombres, por causa del descuido y el olvido.

La tensión entre México y España ha despertado el interés por conocer la historia y sus verdades, unas amargas y otras dulces.

Recuerdo los viejos tiempos de mi primaria, cuando se celebraba el “día de la raza”. Y pensándolo ahora, tenía base porque en efecto comenzó una nueva. Los españoles no conquistaron esos territorios, sino lo hicieron con la ayuda de las etnias aliadas a ellos para librarse de sus opresores. En México, de los mexica, no de los aztecas; en Guatemala, de los quichés y por eso el pacto de los cakchiqueles con Pedro de Alvarado, quien por su parte logró la ayuda de los tlaxcaltecas del actual México. En toda la actual Hispanoamérica hubo una organización social parecida: españoles, nacidos en España; sacerdotes católicos; hijos de padres españoles nacidos aquí, indígenas y o negros, esclavos. La brutalidad era similar a la utilizada en Europa. Nada de derechos humanos.  

A mi criterio, la absurda situación entre los gobiernos de España y de México   —causada por nuestro vecino— ha aumentado interés por el conocimiento y la interpretación correcta de los hechos. El historiador mexicano Zunzunegui recordó los pactos y disculpas entre ambos países hace decenas de años, y ve la actual posición de su país como producto de motivaciones políticas decididas a no tomar en cuenta la Historia, algunos de cuyos capítulos son vergonzosos para España. La actual y forzada calificación de los indígenas como los buenos, y españoles y sus descendientes como los malos, no tiene sentido y no fue exagerada por la leyenda negra regada por países enemigos del imperio español. “Una nación es el relato de lo que nos cuentan”, dice Úrsula Camba, historiadora mexicana.

En el siglo XVI no existían México, el resto los países y tampoco España como los conocemos hoy. Es absurdo pensar siquiera en la invasión española como la fuente de la civilización a tribus salvajes. Eran culturas sólidas aunque sangrientas y politeístas, con similitudes y diferencias al compararlas con el cristianismo. El idioma español se volvió lengua común desde el principio y es el mejor legado de esa etapa histórica vilipendiada a más no poder. Gracias a eso las etnias mexicanas o guatemaltecas, y de todo el continente, aún sobreviven, se mantienen en uso y deben ser protegidas. Tenochtitlán era más grande y mejor, con mayores construcciones y caminos, y los mayas, con un calendario mejor al utilizado hoy. En eso eran superiores a los españoles.         

Conocer el pasado evita su repetición. Es inaceptable el atraso de los indígenas y de los mestizos de clase baja o media. Con Colón finaliza la época medieval, pero en Santo Domingo hay ventana gótica, la única de América. A veces hay sorpresas: los hispanoamericanos eran españoles por vivir en territorio imperial español  extendido por tres continentes, y por eso en los dominios de Carlos I de España y V de Alemania “no se ponía el sol”. Pero “lo pasado, acabado, que pasó porque pasó”, dice el poeta sevillano Rafael de León. Se debe aceptar, aunque duela y causen vergüenzas, las barbaridades de esas épocas, ahora impensables. La Historia es una jueza de veredicto apelable solo cuando se descubren nuevas formas de analizarla, pero cambiarla es imposible.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.