Catalejo

Esa libertad a Zamora aún depende de un hilo

Por segunda vez, Jose Rubén Zamora tiene arresto domiciliario. Sinceramente, no parece ser definitiva.

Luego de 813 días, es decir dos años, dos meses y dos semanas de tiempo y 42 libras menos por encarcelamiento en condiciones inhumanas, como es común en Guatemala, por segunda vez le fue otorgada el viernes pasado prisión domiciliaria al periodista Jose Rubén Zamora, ahora por el juez Erick García. Pero hay posibilidad de nuevas trampas a causa de la constante burla a la ley y el vuelo silencioso de la consecuencia de los tres buitres Consuelo Porras, Rafael Curruchiche y Jimmy Bremmer, disfrazados de Jefa del Ministerio Público, jefe de fiscalía contra la impunidad y de juez. El análisis más simple del caso permite temer más juicios, por encajar en la vil venganza por su trabajo periodístico, como toda obra humana, a veces imperfecto.

Por segunda vez, Jose Rubén Zamora tiene arresto domiciliario. Sinceramente, no parece ser definitiva.

Algunas de las maldades llegaron al colmo: lo acusaron de dos delitos y le establecieron dos juicios igualmente malintencionados; lo absuelven de uno, pero hasta entonces empezaba el otro; la Corte Suprema le aplazó el juicio hasta septiembre del 2025; lo metieron en una bartolina con gusanos por más de un año, y luego en un calabozo con comodidades; varias veces eliminaron los juicios y defensores; lo despertaban a medianoche para asustarlo; le eliminaron sus defensores, todo con la participación oculta de las mencionadas aves de rapiña; las protestas locales e internacionales a todo nivel provocaban más vejámenes, como algunos ultrajes y amenazas a su esposa, quien debió salir del país junto con sus hijos y ha permanecido en un forzado, doloroso exilio.

Existe otra posibilidad: la de serle imposible a las aves de rapiña cumplir con la tortura la cual han realizado por órdenes de superiores de politiqueros de quinta categoría, quienes lo capturaron al día siguiente de haber criticado al innombrable Giammatei. Eso significa el papel de sicarios de una de las libertades más temidas de quienes tienen tendencias dictatoriales, unidas con características personales torcidas. Son ejemplos de malignidad, vileza, crueldad, abuso, iniquidad, ruindad e inhumanidad, pero no se dedican siempre a este tipo de libertad, sino al del derecho humano de ser tratado limpiamente por la ley en todas las situaciones de choques con el Derecho, de esa manera convertido en una piltrafa, en desperdicio. Al ser abogados y jueces los culpables, es peor.  

El ejercicio del periodismo tiene 80 años de sangre y dolor. En 1944, el asesinato de Alejandro Córdoba fue una de las causas de la revolución, y luego cayeron Isidoro Zarco, Roberto Girón Lemus, Jorge Carpio y otros muchos cuyos nombres están colocados en la Asociación de Periodistas de Guatemala. Álvaro Contreras Vélez, Pedro Julio García y Jose Rubén Zamora integran a los tantos secuestrados. Todos encajan entre quienes fueron secuestrados fuera o dentro de la ley y es larga también la lista de quienes sufrieron amenazas, así como de las viudas, huérfanos y padres, verdaderas víctimas de la libertad de prensa en cualquiera de sus manifestaciones. Son ruines e ignominiosos los ataques por cualquier causa: profesional, ideológica o política.

Espero de todo corazón ver a esta sorprendente decisión legal, tan tardada y necesaria, como el fin de esa nefasta inquina contra los periodistas de parte de nuevos zopilotes, y celebro ya no ser necesario calificar a la tarea periodística como “andar zopilotiando”, como nos tocó a toda una generación de la época de los años sesenta, cuando reporteábamos a diario esa la sangrienta época. La recientemente iniciada lucha está ahora dirigida a eliminar la mofa de la ley tanto dentro de los funcionarios electos o nombrados, como de personajes oscuros cercanos o al mando del ejercicio de una actividad de beneficio social cuya importancia no es comprendida por ignorancia o por mala fe. Saludo al colega Jose Rubén Zamora y le deseo suerte en su decisión.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.