Si me permite

Enfocándonos en la meta redimimos el tiempo

Las cosas que nos distraen nos alejan de la meta que en un momento nos hemos trazado.

“No es que tengamos poco tiempo, sino que perdemos mucho tiempo”. Séneca

Todos nosotros, los mortales, tenemos que aprender cómo manejar el tiempo para lograr hacer aquellas cosas que nos proponemos. Seguramente, cuanto más temprano en la vida aprendemos esta realidad nos ayuda el resto de la vida. Claro está que   a quienes en un principio no les exigieron el cumplimiento de las cosas en el marco del tiempo acarrean dificultades el resto de su vida, y probablemente no logran muchos de sus sueños.

Sin duda todos tenemos el mismo tiempo la diferencia está en el cómo lo estamos usando.

Es evidente que cuando se valora el tiempo, tanto el de uno como el de aquellos que comparten la vida con nosotros, se llega a tener un cuidado del tiempo al extremo de que llega a ser parte de su identidad y de la modalidad como se les conoce, y por ello muchas veces se les confían trabajos porque se sabe  que habrán de cumplir cada parte en el tiempo estipulado.

Para distraernos no necesitamos planificarlo, sino, por el contrario, debemos conocernos a nosotros mismos y saber qué cosas y en qué tiempo nos distraen, y hacer el máximo esfuerzo para evitarlo. Eso se logra con la disciplina y el sacrificio de algunos gustos y en algunas ocasiones con la ayuda de los que nos rodean, que nos van ayudando a mantener la concentración en lo que hemos emprendido.

Existe un dicho popular que dice: “Si no sabes a dónde vas, cualquier camino te lleva”. Esto nos da una alerta de no solo saber a dónde vamos, sino saber escoger el camino apropiado para llegar a nuestro destino. En todo caso, es bueno ser humildes y pedir consejo de aquellos que han dado evidencia en su vida de una disciplina que los ha llevado a la meta. Esta gente puede ser aquella que habrá  de ayudarnos a redimir el tiempo.

Muchas de nuestras diferencias en relación con los que nos rodean están en el detalle de  cómo manejamos el tiempo; no es cuestión de suerte. Si observamos a alguien de nuestro medio con sus metas alcanzadas, lo bueno sería acercarnos para que nos pueda compartir   dónde estaba antes de alcanzar sus metas y qué modalidad  le permitió estar hoy donde se encuentra.

Si somos honestos con nosotros mismos habremos de descubrir una serie de decisiones que una persona tomó porque estaba enfocada en la meta que buscaba alcanzar. Por esa sencilla razón, los sacrificios que tuvo que hacer no los considera como sacrificios, sino simplemente opciones, las cuales tuvo que dejar a un lado porque no le permitirían alcanzar la meta. Es exactamente lo que cada uno de nosotros, con altura y cortesía, deberá aprender: a excusarse y disculparse de cosas que nos ofrecen o a las que nos invitan porque simplemente nos alejan de la meta que nos hemos trazado.

Por ejemplo, por muy entusiasta que pueda ser por algún deporte, en los años de mis estudios, si quiero alcanzar mis logros académicos, habré de poner a un lado mi interés deportivo para lograr terminar mis estudios. Esto es igual de aplicable en cada una de las oportunidades que se me presentan en la vida, a las cuales, con toda cortesía, habré de renunciar.

Por eso, cada día debemos iniciarlo reenfocándonos en las metas que nos hemos propuesto, y en ningún momento debe ser con una modalidad de sacrificio, sino con una determinación firme y determinada, porque esto habrá de ser al final lo más gratificante que tendremos.

ESCRITO POR:

Samuel Berberián

Doctor en Religiones de la Newport University, California. Fundador del Instituto Federico Crowe. Presidente de Fundación Doulos. Fue decano de la Facultad de Teología de las universidades Mariano Gálvez y Panamericana.