Catalejo
En una época de cambios casi en todo son urgentes
La realidad del país se puede cambiar con solo conocer los cambios urgentes para crear esa indispensable nueva época.
Es innecesario insistir en la existencia de una evidente realidad: el mundo y la sociedad están viviendo un cambio de época, dentro de un proceso parecido a otros a lo largo de la historia. Guatemala es un caso muy particular a causa de las peculiaridades sociales, étnicas, causantes de la evolución hacia un mal generalizado cuyos efectos nos alcanzan a todos. Existe un punto central del cual derivan las causas de nuestra dolorosa realidad, y para poder cambiarla es previamente necesario identificar las causas, los errores y los abusos cometidos en nombre de una democracia en realidad inexistente al ser burlada en general por los guatemaltecos, cuyas características personales positivas comenzaron a hundirse desde hace muchos años y llevaron a estos resultados.
Identificar y entender los problemas es llegar a la mitad de su solución, para luego planificar soluciones lo suficientemente positivas, realizables y realistas. Haciendo lo mismo en cualquier época no logra resultados distintos y los cambios tampoco surgirán solos. Un ejemplo comprensible: las condiciones para ser candidato. La teoría política señala el derecho de cualquier ciudadano a participar, pero en la práctica, eso tal vez solo puede aplicarse con el organismo Ejecutivo. El cambio supone establecer condiciones para ocupar curules, alcaldías y gabinetes, así como experiencia en el área del ministerio. Como está, el sistema permite amiguismo, nepotismo y un partidismo integrado por hordas ignaras en su mayoría, carentes de base política e ideológica real.
El sistema jurídico también está urgido de cambios.
Los partidos políticos son parte fundamental de la tragedia del país. En realidad no existen y son nidos de aprovechados creados por ilusos. Su multiplicación se debe a ser relativamente fácil fundarlos porque algunos aprovechados han llenado las condiciones y luego venden la ficha al mejor postor. El efecto directo es la dificultad del conteo, la posibilidad de impugnaciones malintencionadas y la repetición de participaciones sin límite. Para esto el derecho de participar como candidato se debe limitar a dos ocasiones, por ser evidente su escasa o nula popularidad; aumentar el porcentaje de votos necesarios para no anular al partido desde el momento de saberse de sus mínimas cifras. Los diputados logrados deben declararse independientes, porque no servirán para nada.
Algunos diputados se convierten en “jefes de bloque”, lo cual solo tiene sentido si existe un número predeterminado de curules. Se ha dado el caso de un “grupo” con un solo diputado, dueño del partido. Da risa a cualquier conocedor, pero además permite el contubernio —no la alianza— para vetos constantes. En el gabinete, sus integrantes pueden pertenecer al partido oficial, pero con conocimiento del área del ministerio, sin lo cual la interpretación válida es darles el puesto únicamente porque pertenecen al partido. Ahora hay un médico al mando de Comunicaciones, por ejemplo, lo cual es terrible porque las carreteras del país se están derrumbando, con graves efectos para la economía nacional, también en manos en realidad inexpertas.
El sistema jurídico también está urgido de cambios. La multiplicación absurda de escuelas de Derecho a causa de la poca calidad de la enseñanza en casi todas las universidades provoca el cuestionamiento popular debido a la forma de la integración de las cortes. Los abogados con un récord verdaderamente limpio, no se integran al saber del riesgo de su carrera. En este campo también es necesario investigar el nepotismo y los lazos familiares, a veces ocultos a causa de no coincidir los apellidos de sangre, pero sí las relaciones de parentesco político. El tema es largo y complicado. Este artículo se limita a señalar razones para la urgencia de cambios integrantes de ese gran cambio de la nueva época.