¡¿En las prisiones se violan niñas?!
No se cuenta con registros estadísticos oficiales integrados por las distintas instancias estatales.
Desde los 5 años fue abusada por la pareja sexual de su progenitora. Por ello fue llevada a un hogar de protección, en un departamento de la costa atlántica del país. A sus 12 años, el hogar cierra y es devuelta a su familia, donde la nueva pareja de la progenitora abusa de ella. Hasta los 15 años, la progenitora, junto a su nueva pareja, la llevan a distintos lugares para ser explotada sexualmente, entre ellos, al centro de privación de libertad, en complicidad con el guardia de la prisión. Luego de casi tres años de ser explotada y padeciendo de epilepsia, huye de su casa para vivir en las calles. Hoy, esta mujer tiene 30 años, está completamente disociada y en Guatemala no existe un lugar digno y apropiado para su edad y perfil.
No se cuenta con registros estadísticos oficiales integrados por las distintas instancias estatales.
Un riguroso reportaje investigativo de la periodista Mariela Castañón, titulado Violaciones tras las rejas, confirma que en algunos centros de privación de libertad del país, como el Preventivo de la zona 18, Fraijanes, Cantel y El Boquerón, entre otros, se planifica y ejecuta la explotación sexual de niñas y adolescentes de entre los 12 y 16 años, principalmente. (Ver https://www.plazapublica.com.gt/justicia/informacion/violaciones-tras-las-rejas). A pesar de las prohibiciones y sanciones que contempla el artículo 26 de la Ley de Equipos Terminales Móviles, los reos tienen acceso a celulares e internet, lo cual constituye un buen medio para captar niñas y adolescentes o negociar con gente fuera de prisión. Para evadir el ingreso y permitir que ellas pernocten en estos lugares, las bandas pagan entre Q25 y Q25 mil, incumpliendo así el Reglamento de la Ley del Régimen Penitenciario sobre Visitas y el Protocolo de Atención a Niñas y Niños con referentes familiares privados de libertad.
Esto se llama trata, y el nudo gordiano de toda esta estructura son los agentes penitenciarios que hacen como que no ven y las dejan pasar, “situación que empeoró en 2015, cuando los guardias ascendieron a directores y subdirectores de centros de detención”, señala Castañón. Lamentablemente, para dar cuenta de la gravedad del asunto, no se cuenta con registros estadísticos oficiales integrados por las distintas instancias estatales, pero las organizaciones sociales que han atendido a víctimas señalan que esto lleva bastante más de una década sucediendo en los centros de privación de libertad.
Por ello es importante, por un lado, erradicar la corrupción en el Sistema Penitenciario, mejorar la infraestructura carcelaria, endurecer los controles y fortalecer el marco legal actual. Por el otro, generar un sistema de protección integral para la niñez y la adolescencia, que responda a los intereses y necesidades de niñas, niños y adolescentes y garantice plenamente sus derechos. Es fundamental que las instancias de gobierno se coordinen para responder a lo anterior, así como para generar los datos estadísticos unificados que permitan entender mejor la situación y definir mejores acciones y políticas públicas.
Con el respaldo de la Vicepresidencia de la República y la Secretaría contra la Violencia, Explotación Sexual y Trata (SVET), más un grupo de 25 diputados ponentes de diferentes bancadas en el Congreso, se presentó en este organismo la iniciativa 6384, que realmente no es una ley, sino una reforma al Código Penal, a través de siete artículos sustantivos y cuatro de aplicación general. Los cuatro puntos medulares de la propuesta son: 1. No permitir el ingreso de personas menores de 18 años a visitas conyugales; 2. Permitir únicamente visitas de niños, niñas o adolescentes con padres encarcelados (NNAPES) que sean parientes consanguíneos en primer y segundo grados con los reos; 3. Se crea un nuevo tipo penal o delito; y 4. Se crean mejores mecanismos de control que incluyan formar al personal penitenciario. Importante aclarar que esta reforma no aplica solamente a centros de privación de libertad que dependen del Sistema Penitenciario, sino a todos los que se encuentran a nivel nacional. No imagino el horror de una niña o adolescente que pasa un fin de semana siendo violada por los reos en un centro de privación de libertad, y no deseo que esto siga sucediendo. Ojalá usted tampoco.