Meta humanos
En Guatemala no hay nada que hacer
La clave es no desvalorizar la felicidad y buscar el asombro.
Escucho esta frase al menos una vez por semana. Es fácil decirlo; lo difícil es admitir que, tal vez, nos falta la iniciativa para cambiarlo.
Aunque algo sea común, no significa que sea cierto. Personalmente, no estoy de acuerdo y siempre lo hago saber. Sin embargo, antes de hablar sobre los espacios y momentos de entretenimiento, hay algo más profundo que domina nuestras vidas: la aparente dicotomía entre pasarla bien y ser productivo. Existe una creencia generalizada de que solo podemos hacer una de dos cosas: disfrutar o ser productivos.
Me pregunto si en realidad es falta de opciones o si simplemente estamos tan obsesionados con ser productivos que olvidamos cómo disfrutar. En esta época, pareciera que, si no usamos nuestro tiempo para ser “productivos económicamente”, lo estamos desperdiciando.
La ironía es que cuando estamos más felices, somos más productivos. Esta mentalidad me choca, porque nos lleva a tomar acciones únicamente pensando en los resultados y no en el disfrute del presente. Es común escuchar a personas decir que solo esperan a que llegue el fin de semana para “finalmente hacer lo que quieren”. Pero, cuando llega ese tiempo libre, en lugar de disfrutar auténticamente, lo llenan con pantallas y actividades que nos dan “dopaminazos”, placeres rápidos que, a largo plazo, no nos hacen sentir realmente felices. Es una felicidad superficial.
Los humanos necesitamos respirar para vivir, pero no vivimos solo para respirar.
Regresando a la idea de que en Guatemala no hay nada que hacer, me pregunto: ¿será esto porque no hay espacios para entretenerse?
Piensa en dónde vives. ¿Existen espacios públicos para el entretenimiento? ¿Están cuidados? ¿Son seguros? De hecho, creo que este planteamiento no debería enfocarse exclusivamente en el entretenimiento recreativo. Considero que la carencia de esta infraestructura es un tema de calidad de vida que está siendo privada. Pero claro, sin lugares para entretenerse, ¿cómo podríamos aprender a disfrutar el tiempo libre? Nuestros espacios públicos son un reflejo de lo que valoramos. Es frustrante ver cómo se destinan recursos a proyectos como los pasos a desnivel, que en lugar de solucionar problemas, los perpetúan, fomentando el uso de más carros, cuando esos recursos podrían enfocarse en algo más de raíz.
Imagina a una madre que todos los días, sin éxito, busca un lugar seguro para poder pasear a su bebé. Estas cosas no deberían ser tema de conversación, deberían ser el estándar en cada ciudad. En muchos países, los parques y plazas son lugares en donde se cierran brechas sociales, económicas, generacionales y de todo tipo. Aquí, sin embargo, hemos recurrido a centros comerciales para llenar ese vacío. Pero, sinceramente, ¿puede un espacio que está diseñado para el consumo reemplazar la riqueza de un parque, donde todos se sienten iguales?
Esta visión asume que la responsabilidad de nuestro entretenimiento recae en alguien más, en que el contexto sea el adecuado. Y aunque los espacios públicos son esenciales, al final, lo que más cuenta es nuestra capacidad de crear nuestro propio entretenimiento, de encontrar novedad en lo ordinario. Con una perspectiva creativa y dispuesta, uno puede convertir cualquier actividad en un espacio de felicidad.
Esto es importante porque nos permite integrar el disfrute en la vida diaria. Los humanos necesitamos respirar para vivir, pero no vivimos solo para respirar. De la misma forma, la vida no debería ser una carrera interminable hacia el siguiente fin de semana. Si no aprendemos a jugar ahora, si no priorizamos la calidad de vida, estaremos viviendo para respirar, y dejaremos de vivir realmente.