META HUMANOS

El verdadero valor

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A pesar de que tengo ojos por muchos años, no vi. No vi las acciones de mi mamá como actos de amor provenientes de un ser humano libre e imperfecto, porque miraba sus acciones como parte de “su deber”. No vi lo mucho que tenía que aprender de Silvia, la mujer que trabaja en mi casa haciendo quehaceres domésticos, porque creía que la importancia de una persona estaba relacionada a la importancia de sus quehaceres. No vi la gran admiración que Felipa merece, una mujer que al enviudar sacó adelante a cinco hijos sola, porque la tenía que ver para abajo debido a su altura.

' Hay mucho que no vemos. Al igual que hay mucho que estamos viendo de una forma que no es.

Caterina Méndez

Me enseñaron a ver roles y dejé de ver personas. Por muchos años no cuestione mis creencias y deje que moldearán la realidad. Creía que el valor era una cuestión sólo tangible, que la fuerza estaba solo en los músculos, y que las expectativas respecto a quién tenía que ser eran ciertas. No vi más allá, porque estaba sesgada por una perspectiva basada en lo que me enseñaron a ver y en lo que me enseñaron a ignorar.

Más allá de que el oftalmólogo diga que tengo buena visión yo sé que por mucho tiempo estuvo perjudicada porque vivo en una sociedad que comparte perspectivas erróneas que no me dejaron ver el valor real.

La vida al final es cuestión de perspectiva y por eso me parece valioso en este mes de marzo cuestionar la perspectiva que tenemos en torno a muchos temas, pero especialmente en torno a las mujeres y el agua, ya que celebramos sus días internacionales en este mes.

Vemos el valor en términos económicos, pero qué hay del valor intangible. ¿Cuánto vale la vida? No hay nada más valioso que esta y las mujeres tienen la capacidad de dar vida.

Vemos la fuerza cómo la capacidad de cargar grandes pesos, pero qué hay de la capacidad de aguantar grandes pesos. Las mujeres aguantan trabajar embarazadas, sostener emocionalmente a otras personas, tener hijos, cuidar a sus padres y muchas otras cosas adicionales a los quehaceres de sus propias vidas.

Vemos razones para admirar cuando alguien está arriba, pero qué hay del esfuerzo que involucra estar parada. Para muchas mujeres estar en donde están ha requerido de muchísimo trabajo y sudor, aunque no sea la posición más alta.

Hay mucho que no vemos. Al igual que hay mucho que estamos viendo de una forma que no es. Las mujeres no son las que deben lavar o las que deben complacer a un hombre. Hay productos que tienen como propósito cumplir estos roles. Las mujeres pueden cumplir un sinfín de roles y cada una tiene un propósito propio. Las mujeres tampoco son necesariamente dóciles ni compasivas. Para suavidad existen las almohadas y para que te escuchen están los psicólogos. Las mujeres son variadas, cada una con características únicas y la posibilidad de expresarse de forma distinta.

Lo que sí son las mujeres, son invaluables. Creo que todos sabemos que necesitamos de las mujeres, de igual forma que sabemos que necesitamos del agua para vivir. Lo que me cuestiono es por qué como sociedad tenemos tan mala relación con ambos. Tanto el género como el agua no están siendo tratados como merecen, sin exagerar estamos violando a ambos. Cada día hay 23 casos de abuso sexual en Guatemala y el 95% de las fuentes de agua están contaminadas.

¿Por qué estamos maltratando lo que es invaluable?

Mi respuesta a esta pregunta regresa a la perspectiva, porque la forma en la que vemos las cosas determina cómo nos relacionamos con ellas. Al ver a las mujeres por lo que no son e ignorar lo que sí son surgen los problemas. No podemos esperar que disminuya la violencia ni se reduzca la contaminación si no se le enseña tanto a los hombres como a las mujeres a ver el valor real de ambos.

ESCRITO POR:

Caterina Méndez

Estudiante (literal y figurativamente). Aprendo incansablemente y escribo sobre estos aprendizajes con la esperanza de que le puedan ser útiles a más personas. Sueño/trabajo por un mundo de más empatía, bienestar y alegría.