Hagamos la diferencia
El veneno digital: seremos lo que consumimos
Nos volvemos lo que consumimos, y en lo digital, el “contenido basura” provoca depresión, ansiedad, suicidios.
En un video, Javier Santaolalla, divulgador científico, expone sobre los peligros de los “contenidos basura”, “clickbait”, que inundan hoy día la televisión y las redes sociales: a) nos alejan de metas profesionales, b) nos vuelven más dóciles y manipulables, haciéndonos perder nuestra libertad, y c) nos hacen más infelices. En su exposición, cita ejemplos y realidades respecto del tema, lo que debe llamarnos a la reflexión sobre el impacto en nuestra sociedad.
Estamos hoy día inmersos en un océano de información. Cada clic, búsqueda o desplazamiento nos expone a un aluvión constante de contenido. En este torrente de datos se ha gestado un problema insidioso: “el contenido basura”, fenómeno que abarca desde desvirtuar la ciencia, manipulación de la historia, noticias falsas, hasta sensacionalismo barato. Se presenta de muchas formas, desde titulares engañosos, imágenes impactantes, promesas exageradas, diseñados para generar clics hasta teorías de conspiración que se propagan como reguero de pólvora en las redes sociales. El propósito es capturar nuestra atención muy rápidamente y de una forma efímera, sin importar la veracidad o el impacto a largo plazo que pueda tener en nuestra percepción del mundo.
El contenido basura es una plaga moderna que manipula nuestras creencias y emociones, presentando información sesgada o falsa como verdad absoluta, alimenta nuestras preocupaciones y moldea nuestras opiniones, sin ofrecer ningún análisis crítico o contexto adecuado. Esto provoca que sea difícil distinguir entre lo que es real y lo que no lo es, creando una atmósfera de desconfianza y división. Como consecuencia, hay un impacto significativo en nuestra salud mental y bienestar emocional. La exposición constante a imágenes perturbadoras, historias sensacionalistas y discursos de odio puede generar ansiedad, depresión y estrés en aquellos que consumen este tipo de contenido de manera regular. Además, al fomentar una cultura de comparación constante y perfeccionismo inalcanzable, el contenido basura contribuye a la epidemia de baja autoestima y malestar psicológico que afecta a tantas personas en la actualidad. Esto explica la alta tasa de suicidio, sobre todo en países desarrollados.
Es crucial reconocer que el problema del contenido basura no se limita simplemente a los consumidores individuales, sino que también tiene consecuencias más amplias para la sociedad en su conjunto. La difusión de información errónea puede socavar la confianza en las instituciones democráticas y minar la cohesión social, al fomentar la desconfianza y la paranoia. Además, el contenido basura puede tener repercusiones graves en áreas como la salud pública, la seguridad nacional y el ambiente, al desinformar al público sobre temas críticos y socavar los esfuerzos para abordarlos de manera efectiva. Para combatir el problema del contenido basura, es necesario un enfoque multifacético que involucre a los consumidores, los creadores de contenido, las plataformas tecnológicas y las autoridades reguladoras. Los consumidores deben ser más críticos en cuanto a la información que consumen, verificando las fuentes y buscando perspectivas múltiples antes de aceptar algo como verdad. Los creadores de contenido tienen la responsabilidad de producir material de calidad que informe, eduque y entretenga de manera responsable, en lugar de simplemente buscar atención a cualquier costo. Las plataformas tecnológicas deben implementar políticas y herramientas efectivas para combatir la desinformación y promover la integridad del contenido en sus redes. Y las autoridades reguladoras deben estar preparadas para tomar medidas enérgicas contra aquellos que perpetúan activamente la desinformación y el contenido perjudicial en línea. Si no abordamos este problema de manera decisiva, corremos el riesgo de socavar los cimientos mismos de nuestra sociedad y dejar un legado de desconfianza, división y disensión para las generaciones futuras. Es hora de tomar medidas decisivas para limpiar el veneno digital que amenaza con envenenar nuestra mente y nuestra sociedad.