PLUMA INVITADA
El sector turístico: un motor de desarrollo para España y Guatemala
Hoy 27 de septiembre es el Día Mundial del Turismo, un fenómeno de reciente creación -el vocablo “turismo” no se introdujo en el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua hasta 1925-, pero de creciente importancia a medida que aumenta nuestra esperanza de vida y el tiempo de ocio en nuestras sociedades.
' En 2019 España fue el segundo mayor receptor de turistas extranjeros con cerca de 84 millones.
José María Laviña
Hace casi un siglo, España comienza, en consecuencia, a desarrollar un entramado institucional encaminado a diseñar las políticas del sector que da un salto cualitativo con la creación de un Ministerio de Información y Turismo en 1951; el mismo año que visitaron España por primera vez más de un millón de turistas internacionales. Desde entonces, el flujo turístico no dejó de crecer en todo el mundo: En 2019 España fue el segundo mayor receptor de turistas extranjeros con cerca de 84 millones. Sumados al turismo interno, el sector llegó a suponer más del 12% del PIB y del empleo en mi país. Lógicamente, la pandemia del Covid-19 y las restricciones a la movilidad internacional supusieron un importante paréntesis para la actividad turística; de forma que no se espera recuperar las cifras de visitantes internacionales hasta el próximo año 2023.
Pero la importancia del turismo va mucho más allá de esas cifras. La actividad turística favorece el desarrollo de infraestructuras; juega un destacado papel como elemento de cohesión social y territorial; constituye una importante fuente de divisas; y tiene un papel fundamental en la promoción exterior del país. Consciente de su trascendencia, este sector no ha dejado de responder a cuantos retos se le han ido presentando. A finales de los años 80, se comprueba que el modelo tradicional de “sol y playa” daba muestras de “agotamiento”. Se realizó entonces un análisis integral del sector y se transformó el rumbo de la política turística. Sus prioridades quedaron plasmadas en el Libro Blanco del Turismo Español (1990) que ha marcado la política turística española de los últimos 30 años: Se potencia la mejora de las infraestructuras (red vial, tren de alta velocidad, aeropuertos…); se definen las áreas naturales a proteger; se promocionan nuevas formas de turismo (turismo rural, cultural, religioso, de negocios y congresos, deportivo, gastronómico, de compras…); y se mejora la formación de los trabajadores del sector (creación de escuelas de gestión hotelera, institucionalización de los estudios turísticos a nivel universitario, etc.), entre otras acciones.
Todo ello ha redundado en un mayor gasto medio por turista, en la disminución de la estacionalidad del sector y en una mayor dispersión geográfica. También se ha favorecido la conservación del patrimonio histórico-artístico y del medio ambiente; además de permitir el desarrollo de una actividad económica alternativa a la agricultura en el medio rural… En resumen, la política turística ha potenciado las bondades geográficas, históricas y artísticas de España hasta situarnos como el país líder del ranking mundial de competitividad turística elaborado por el Foro Económico Mundial.
Al igual que España, Guatemala goza de una privilegiada posición geográfica con una impresionante riqueza histórica, artística y natural. Ambos países somos conscientes de la importancia del turismo como motor de desarrollo para nuestras respectivas economías y sociedades así como para la creación de empleo. El desarrollo de una marca país, su promoción exterior y un enfoque global de políticas públicas -que van desde la mejora de las infraestructuras hasta la garantía de seguridad (física, sanitaria o vial)- y privadas, son la garantía del éxito. Un proceso complejo y a largo plazo, pero muy rentable; al menos en el caso español, el único que conozco con cierta solvencia.
*Embajador de España en Guatemala