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El robo que validará las criptomonedas

Esta semana las autoridades estadounidenses anunciaron la recuperación de dinero robado más grande de su historia: 3,600 millones de dólares. Por increíble que parezca, esta hazaña reforzará las criptomonedas y permitirá su masificación en el futuro cercano. La trama de cómo las autoridades estadounidenses lograron dar con los responsables del robo de casi 120 mil bitcoines en BitFinex, en 2016, se cuenta como una mezcla de novela policial y “technothriller”. Un hacker —presumiblemente el capturado— vulneró los sistemas de seguridad de BitFinex y realizó más de 2,000 transacciones no autorizadas en las que transfirió 119,754 bitcoines a una billetera electrónica. En el momento del robo, esos bitcoines valían aproximadamente USD71 millones, ahora, seis años después, valen más de USD4,500 millones.

' Esta trama deja claro por qué las criptomonedas no van a ser el “paraíso de los criminales” que algunos de sus detractores argumentan.

Jorge Jacobs

Las autoridades estadounidenses rastrearon los fondos robados en la blockchain de Bitcoin. Una parte de lo robado —el 21 por ciento— fue transferido en una serie de pequeñas y complejas transacciones a través de múltiples cuentas y plataformas, que finalmente llegaron a billeteras controladas por los dos capturados, Ilya “Dutch” Lichtenstein y su esposa Heather Morgan. El resto permaneció en la billetera original. Las autoridades rastrearon las transacciones y desde hace tiempo vigilaban a los ladrones, esperando que cometieran un error, lo que hicieron hace poco, al subir las claves de las billeteras a su “nube”. Fue en ese momento que las autoridades pudieron tomar control de la billetera original, en donde todavía estaban más de 94 mil bitcoines, valuados actualmente en más de USD3,600 millones, que fue lo que recuperaron.

A pesar de que esta semana en la comunidad tecnológica y de criptomonedas se han hecho muchos comentarios sobre los errores que la pareja cometió, lo cierto es que utilizaron muchas técnicas sofisticadas para tratar de “lavar” y desaparecer el dinero robado, pero, ni aun así lo lograron.

Este caso nos deja algunas lecciones importantes, que seguramente servirán para cimentar el futuro de las criptomonedas y su masificación. La primera y más importante es que se confirma que, a diferencia del dinero en efectivo —cash— las criptomonedas dejan una huella imborrable que, en caso de ser necesario, puede ser seguido, no solo por las autoridades, sino por casi cualquier persona que esté interesado en hacerlo.

La segunda es que, por muy sofisticados que sean los criminales, “lavar” criptomonedas es una labor casi imposible de lograr adecuadamente. Juntando ambas lecciones, se rebate contundentemente el argumento de algunos de que las criptomonedas se van a utilizar principalmente para cometer u ocultar “crímenes”. No queda ninguna duda de que el cash le lleva muchísima ventaja a las criptomonedas para ese objetivo.

Por otra parte, también queda claro que recuperar las criptomonedas es un tema completamente aparte. Se puede llegar a saber dónde están, pero para recuperarlas, sin las claves adecuadas, ni siquiera los legítimos propietarios de criptomonedas, en sus propias billeteras, lo pueden hacer. En este caso, las autoridades estadounidenses tuvieron un “golpe de suerte” de que los criminales cometieran una serie de errores que les permitió descifrar las claves de la billetera principal, pero para ello tuvieron que durante algún tiempo las cuentas de los criminales. De no ser por esos errores, el dinero bien se podría haber perdido para siempre.

Por otro lado, toda la trama también es una lección de cómo el valor de los bitcoines se incrementó más de 60 veces en esos seis años.

Esta trama deja claro por qué las criptomonedas no van a ser el “paraíso de los criminales” que algunos de sus detractores argumentan, lo que dará confianza a más personas a empezar a utilizarlas.

ESCRITO POR:

Jorge Jacobs

Empresario. Conductor de programas de opinión en Libertópolis. Analista del servicio Analyze. Fue director ejecutivo del Centro de Estudios Económico-Sociales (CEES).

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