El relativismo de la democracia
Resultó demasiado conveniente para el secretario general Luis Almagro venir precisamente el 10 de enero a Guatemala, mismo día de la juramentación de Nicolás Maduro en Venezuela.
El secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, recibió la Orden del Quetzal el pasado viernes 10 de este mes, porque “confió en la vocación democrática del pueblo guatemaltecoy nos acompañó en la defensa del resultado de las elecciones”. Almagro, quien se hizo conocido cuando fungió como canciller de José Pepe Mujica, en Uruguay, donde apostaba más por el diálogo y la activación de las instituciones y herramientas del sistema interamericano terminó, en su primera gestión (2015 – 2020) como secretario general de la OEAl, por intervenir y criticar abiertamente a los países más autoritarios en la región, como lo han sido Cuba, Nicaragua y Venezuela y llegar a sugerir una intervención militar en este último. Este acto le costó la expulsión del partido progresista uruguayo Frente Amplio en el 2018. Para su segundo período (2020 – 2025), Almagro relajó su postura para ceder más presencia al Departamento de Estado de Estados Unidos en los temas que le competen a la OEA. En otras palabras, regresó a la organización al rol que tuvo entre 1948 hasta 1989, que es seguir las directrices del gobierno de Estados Unidos y promover las mismas en la región.
Lo que se hizo por Guatemala entre julio del 2023 y enero del 2024 nunca se hizo por Venezuela en su caída libre al autoritarismo.
Así fue el caso de Guatemala después de las elecciones del 2023, donde la Secretaría General, el Consejo Permanente y la Asamblea General de la OEA fueron mucho más allá de las facultades que les son permitidas por su carta constitutiva para tratar la pugna que surgió, y que continúa, entre el gobierno de Bernardo Arévalo y del partido Movimiento Semilla con el Ministerio Público. En su tono siempre galante y profesional, el exembajador ante la OEA, Francisco Villagrán de León (QEPD), se refirió a este tema como una actitud altamente atípica por parte de las diferentes instituciones del organismo regional. Aparte de atípica, la actitud marcó prioridades para la región que señalan cómo la lucha por la democracia es relativa en algunos países, ya sea por cuestiones de interés o por cuestiones de poder.
Lo que se hizo por Guatemala entre julio del 2023 y enero del 2024 nunca se hizo por Venezuela en su caída libre al autoritarismo por parte de Hugo Chávez y luego con la llegada a dedo de Nicolás Maduro. Menos se hizo por Nicaragua que desde el 2010 empezó a mostrar las garras de lo que hoy es la dictadura de Ortega y Murillo. Más allá de eso, durante este período la OEA hizo poco, que en palabras prácticas equivale a nada, por la crisis en Haití y mientras la nube de amenazas diplomáticas, políticas y hasta económicas por parte de la OEA y otros organismos internacionales flotaba sobre Guatemala, los negocios, con ciertas advertencias y salvedades, seguían iguales para países como Nicaragua y Venezuela. Business as usual, como se dice en inglés, y eso reflejaban los portales de las embajadas de los Estados Unidos en Caracas y Managua durante esos días.
Es por esta razón que resultó demasiado conveniente para el secretario general Luis Almagro venir precisamente el 10 de enero a Guatemala a recibir la Orden del Quetzal, el mismo día que marcó una mancha más para la degradación de la democracia no solo en la región, sino en el mundo, con la juramentación como “presidente” al dictador Nicolás Maduro en Venezuela. Nuestro presidente, así como la Cancillería guatemalteca, aprovecharon la ocasión para dar declaraciones y emitir comunicados que pasaban de lo contradictorio a lo surreal, lo cual sería lamentable si fueron redactados por ellos, pero entendible si fueron enviados por el Departamento de Estado o bien la Usaid. ¡Feliz domingo!