A contraluz
El reino perverso de la Hidra
La fiscal general sería una de las cabezas malignas de la Hidra que quiere mantener el reino de corrupción e impunidad.
La Hidra de Lerna era una criatura cruel de la mitología griega, con un enorme cuerpo de perro y ocho, diez o más cabezas de serpiente. El despiadado monstruo atacaba a los que trataran de acercársele o intentaran luchar contra ella, a quienes lanzaba su saliva ardiente y echaba su aliento venenoso. La bestia tenía la capacidad de regenerar dos cabezas por cada una que perdía o le era amputada. Solo así podría describirse la mafia que asuela nuestro país y que intenta detener el proceso de cambio democrático, en marcha. La fiscal general, Consuelo Porras, sería una de esas cabezas malignas de la Hidra, que lanza su aliento venenoso en dos vías: la primera, para tratar de manipular la elección de magistrados de la Corte Suprema de Justicia y Corte de Apelaciones, y la segunda, para deslegitimar las elecciones celebradas el año pasado, traerse abajo al gobierno de Bernardo Arévalo y borrar del mapa a su partido político.
El monstruo ponzoñoso busca cooptar las comisiones de postulación de la CSJ y la Corte de Apelaciones.
¿Por qué la Hidra intenta en esa forma retorcer el proceso de elección de las cortes, frente a la mirada de la opinión pública? Porque ha comenzado a perder espacio y teme quedar sin el sustento que le dan los actuales magistrados venales que responden a sus intereses. El principal manipulador del pacto de corruptos, Nester Vásquez Pimentel, presidente de la Corte de Constitucionalidad (CC), perdió espacio en la conformación de las comisiones de postulación y no tiene mucho margen de acción. En los anteriores procesos, la elección a dedo de magistrados de las cortes se hacía tras bambalinas, o como dijo Roxana Baldetti, en torno a una cama en una habitación de hotel. Ahora la Hidra se ha quedado sin el recurso de la oscuridad y la única manera de hacerlo es utilizando la cabeza más ponzoñosa que tiene. Por eso, a plena luz del día, la fiscal general recurre al desgastado recurso de la denuncia espuria de “un ciudadano” para intimidar a cuatro decanos integrantes de las postuladoras, a quienes les inventa un caso por supuesto tráfico de influencias.
El monstruo perverso también insiste en tratar de traerse al suelo al gobierno de Arévalo. No le basta tenerlo arrinconado en el Congreso, donde no avanzan sus iniciativas y sus ministros están a merced de las interpelaciones. Tampoco le resulta suficiente que la CC sea la que mande en el país y le limite el espacio al presidente, incluso cometiendo prevaricato para imponer a los funcionarios del pacto de corruptos. No, la Hidra quiere más. Por eso Porras ordenó que se confiscara el padrón electoral que tiene la información de todos los votantes. En la búsqueda de fabricar el caso, los fiscales están interrogando a los miembros de las juntas electorales departamentales, a quienes en forma descarada les piden que contesten si los magistrados del TSE les dieron boletas en blanco, marcadas o fueron conminados a ejecutar un fraude electoral. Es evidente que no tienen nada y por eso buscan forzar un caso para concretar el golpe de Estado que no pudieron ejecutar el año pasado.
Como en la mitología griega, hace falta que surja Heracles, el héroe que logró vencer a la despiadada Hidra. No es posible que esa bestia continúe incólume en su reino de pacotilla, pasando por encima de la voluntad de los ciudadanos que en las elecciones votaron por un cambio. Ya es momento de ponerle un alto porque de por medio está el futuro del país, que sigue hundido en la pobreza y desesperanza. Para Heracles no fue fácil vencer a la bestia, la cual se le enroscó en el cuerpo para tratar de engullirlo. Solo la fortaleza le permitió cortarle las cabezas al monstruo y poner fin a su reinado de podredumbre. Ojalá, más temprano que tarde, el presidente Arévalo entienda que debe asumir el papel histórico que le corresponde para vencer, de frente, al monstruo de la corrupción e impunidad.