A contraluz
El reino de los carteles
Los monopolios y oligopolios que dominan el mercado local socavan la competitividad y ahuyentan la inversión extranjera.
Cada vez que se habla de la necesidad de una ley de libre competencia se escuchan las voces de quienes aseguran falsamente que tal norma pondrá obstáculos al crecimiento y desarrollo empresarial. Al contrario, un mercado, como el guatemalteco, en el que los monopolios y los oligopolios están a la orden del día, genera desigualdades económicas y socava la competitividad. Eso es lo que ocurre con las medicinas, el azúcar, el cemento, la televisión abierta, la telefonía, entre otras áreas dominadas por los carteles. Esas estructuras empresariales tienen el poder de fijar precios altos para sus productos o servicios debido a su posición dominante en el mercado. La competencia es limitada o inexistente, lo que reduce el incentivo de innovación o mejora en la calidad o diversificación de los productos o servicios. Desde hace más de 20 años se ha intentado aprobar una normativa que evite las prácticas anticompetitivas, pero no se avanza porque en el Congreso han prevalecido los intereses de los carteles y no los de la población.
El cartel farmacéutico lucra con la salud de los guatemaltecos al imponer los precios más altos de América Latina.
¿Por qué en Guatemala son más caras las medicinas que en los países de la región? Por la existencia de un oligopolio, en el cual las empresas evitan la competencia entre sí e imponen precios altos. Ese cartel ha surgido de la mano del financiamiento ilícito de campañas electorales, lo cual significa que luego los gobernantes se callan y dejan que se lucre con la salud del pueblo. El oligopolio de las medicinas fija precios, cuotas de mercado, condiciones de venta y otras acciones para restringir la competencia. En Guatemala las medicinas tienen un precio de tres y cuatro veces más que en los países de la región. En el 2019, el doctor Román Carlos Bregni denunció que las farmacéuticas imponen los precios más altos de América Latina. Ese cartel respondió con acciones de intimidación y procesos legales contra Bregni. De esa manera pretendían silenciar una voz que denunció sus acciones criminales y corruptas.
Esta semana, el 20 de marzo pasado, tal situación quedó más evidenciada. Guillermo Aguilar, director de Farma Value dio a conocer, en la mesa técnica parlamentaria que discute la ley de competencia, las prácticas monopólicas del cartel farmacéutico. Frente a los diputados, Aguilar informó que la Cámara de Comercio le dijo que en Guatemala todas las farmacias dan el mismo precio y le proporcionó la lista de precios “autorizada”. Las farmacéuticas le indicaron que si no se alineaba a esa estructura de precios altos no le iban a vender medicamentos. Como no aceptó, le allanaron 10 de sus farmacias y su centro de distribución, operativo en el que participaron Hacienda, Aduanas, Ministerio de Salud, Unidad Antisecuestros de la PNC y, por supuesto, el Ministerio Público. Luego el Laboratorio Lancasco le notificó la suspensión de suministros de medicinas hasta que eliminara un descuento que daba Farma Value a sus clientes Los casos del doctor Bregni y Farma Value dejan al descubierto cómo un cartel oligopólico tiene tentáculos desde la Cámara de Comercio hasta instituciones del Estado para imponer los precios altos en los medicamentos y cómo utilizan prácticas terroristas para resguardar su feudo. Esta situación hace imprescindible que en Guatemala se apruebe una normativa que ponga fin a las prácticas anticompetitivas, que llegan a acciones tan grotescas. Esta ley no solo es fundamental para abrir el mercado a más opciones para los consumidores, sino que forma parte de los compromisos comerciales suscritos con la Unión Europea y Estados Unidos. Por supuesto que el gran capital está cómodo con mantener el mercado cautivo y adversa una ley que regule la competencia. Sin embargo, eso es un grave riesgo porque desalienta la inversión extranjera que busca, precisamente, la existencia de reglas claras en materia de competitividad.