La antorcha
El Realpolitik de Alemania
La historia hay que repasarla continuamente para no cometer los mismos errores.
Los pueblos germanos hasta entrado el siglo XIX estuvieron dispersos y débiles en el centro y en la parte norte de Europa, vulnerables a las frecuentes guerras imperiales en el continente y marginados de los despliegues diplomáticos y políticos correspondientes a las negociaciones de paz. Se destacan las guerras napoleónicas, que llevaron a Francia a principios del referido siglo (1803-1815) en un momento dado a la cúspide del poder de Europa bajo la “Grande Armée”. La sobreexpansión de ese ejército en las estepas rusas y el invierno infernal en esos extensos territorios propició la derrota definitiva del célebre Napoleón Bonaparte. Es a partir de esa circunstancia que se convoca al “Congreso de Viena”, un proceso histórico de paz en la Europa continental. Los acuerdos entre potencias imperiales victoriosas se sustentaban en lo que se denomina balance de poderes, cuyo concepto, que será manejado con brillantez, influirá más adelante en la primera gran unificación de los pueblos germanos alrededor del estado de Prusia y no bajo el sometimiento del multiétnico Imperio austríaco.
La historia hay que repasarla continuamente para no cometer los mismos errores.
Las condiciones para ello se dieron finalmente en 1871, bajo la magistral conducción de Prusia por el extraordinario estratega e insustituible canciller Otto von Bismarck. Este proceso es un caso obligado de estudio del cual deriva el término alemán Realpolitik.
Por cierto, es en esa época del desarrollo del nuevo Imperio alemán en que toma fuerza las primeras migraciones alemanas a Guatemala, que se han integrado y proyectado como ciudadanos guatemaltecos por varias generaciones, contribuyendo al desarrollo del país.
Los pueblos germanos han ofrecido al mundo genios de la música, de la filosofía, de las ciencias y de la práctica política, entre otras ramas del desarrollo humano.
Ahora bien, el Imperio alemán concebido por la lógica del Realpolitik se desarrolla pacíficamente y entrando en el siglo XX se posiciona desde el centro de Europa como la potencia económica y militar más poderosa del continente. Los sucesores de Bismarck desnaturalizan las razones que llevaron al desarrollo del pueblo alemán dentro de un equilibrio o balance de poderes geopolíticos y estimulan un nacionalismo desbordado y un autoritarismo perverso que los llevó a desatar las dos guerras mundiales del siglo XX.
La República Federal de Alemania, tras la finalización de la Guerra Fría, vuelve a reunificarse y a insertarse plenamente en un proceso de integración económica europea de carácter democrático, bajo los principios de libertades políticas y de economía de mercado y respeto a los derechos humanos. La Unión Europea adquiere fuerza con la aquiescencia de Alemania de ser parte central de esa integración, incluyendo la monetaria.
Sin embargo, Europa vuelve a sufrir una confrontación militar a través de la guerra entre la Federación de Rusia y Ucrania, en la que Alemania es el principal país europeo que suministra armamento a la parte agredida. Una guerra que lleva dos años y siete meses de desarrollarse. Esa guerra quizá pudo haberse evitado, si hubiere habido una negociación inspirada en el Realpolitik.
Alemania está dando señales públicas de que hay que acelerar las negociaciones de paz. El pueblo alemán lo está demandando y reflejando en las encuestas y en los resultados electorales. Esta confrontación militar ha impactado seriamente la competitividad de su altamente avanzada industria y ha provocado una inmigración masiva a las fronteras alemanas. ¿Ronda el fantasma de Bismarck y la memoria del Realpolitik en los centros principales de decisión política en Alemania? La historia hay que repasarla continuamente para no cometer los mismos errores.