Alternativas
El primer paso
Es momento de decir: ¡Ya basta! ¡Despertemos y rescatemos a Guatemala!
Guatemala es una república democrática y el poder lo ejerce la población. Cada cuatro años elegimos a nuestras máximas autoridades y a nuestros representantes en el Congreso de la República. Los diputados son los encargados de tomar las decisiones que más favorezcan al progreso del país y al bienestar de todos. Somos una república con una democracia representativa.
Todos queremos un país fuerte, ético y honesto con un gobierno que ayude a los más necesitados con eficientes programas de apoyo social y que además garantice las mismas oportunidades para todos. Deseamos un país con la oportunidad de trabajar, recibiendo un salario justo que evite la emigración. Buscamos que nuestros hijos y nietos gocen de una educación de primera calidad, con un plan de estudios moderno y actualizado que utilice la tecnología como apoyo y no como sustituto del aprendizaje. Finalmente, añoramos un país con salud, donde podamos vivir con seguridad y sin preocuparnos por guerras entre pandillas. Lamentablemente, un país así no se puede construir si impera la corrupción.
Si el poder reside en nosotros, debemos preguntarnos por qué la corrupción se ha generalizado tanto. Desde 1986, cada gobierno ha tolerado el crecimiento continuo de la corrupción. Hoy, el Ejecutivo intenta gobernar apegado a la ley y sin recurrir a pagos bajo la mesa, y por ello se enfrenta a una sólida oposición por parte del Pacto de Corruptos en el Legislativo. Igualmente, el poder Judicial parece estar cooptado, ya que sus investigaciones no avanzan y sus decisiones muchas veces protegen a los corruptos. Si observamos lo sucedido esta semana con la aprobación de la ampliación presupuestaria, hay mucho por analizar. Además, la corrupción se ha afianzado tanto que ahora los curules del Congreso se distribuyen entre familiares, asegurándose la elección al ubicarse en las primeras casillas de los listados nacional y distrital.
El verdadero fallo de nuestra democracia radica en las acciones de los diputados.
Muchos nos consideran una república democrática fallida porque la infraestructura colapsa, la educación es deficiente, la salud y la seguridad son precarias. Sin embargo, el verdadero fallo de nuestra democracia radica en las acciones de los diputados. Nuestros representantes deciden en su propio beneficio y se olvidan del país. Ya es hora de rescatar nuestra democracia y que nuestros representantes electos legislen a favor de todos nosotros.
El primer paso es precisamente recuperar nuestra democracia. Una excelente iniciativa para lograrlo es eliminar el voto por listados para el Legislativo y hacerlo por el nombre del candidato. Tal medida nos permitiría desalojar a los indeseables mediante elecciones y colocar a verdadera sangre nueva en el Congreso. Para ello es necesario unirnos y hacerles saber a los diputados lo que queremos. Es difícil que lo aprueben sin reclamo, ya que la medida va en contra de todo lo que les ha permitido perpetuarse en su curul. A pesar de eso, brindémosles la oportunidad de que recuperen el espíritu de representación que los eligió. Iniciemos escribiéndoles cartas abiertas y publicándolas en las redes sociales. Firmemos peticiones para aseguramos de que se enteran. Quizás incluso sean necesarias manifestaciones pacíficas masivas ante el Congreso. No importa cómo, pero debemos expresar nuestra petición y lograr que los diputados retomen su verdadera función representativa. El pueblo es quien manda, y si se necesita una consulta popular para lograr el cambio de la Lepp, debemos exigirla.
Guatemala no puede seguir siendo una democracia fallida, es tiempo de retomar el control de nuestro destino manteniendo la institucionalidad. Nuestro país ha sido condenado al subdesarrollo por un grupo de indeseables que, durante años, se han enriquecido mediante actos de corrupción. No nos dejemos manipular por la desinformación. Es momento de decir: ¡Ya basta! ¡Despertemos y rescatemos a Guatemala!