Florescencia
El milagro del parto natural en casa con comadrona
Las comadronas transmiten serenidad y paz a la madre y al niño; por ello, son verdaderas guardianas de la vida.
Hoy deseo honrar a las mamás, a quienes Dios les da el don de concebir y cuidar la vida, en especial a mi esposa Yana, quien hace solo una semana dio a luz a nuestro segundo hijo en un parto natural y bajo agua en EE. UU., donde vivimos. Pero también honro a las comadronas; una de ellas nos guió para brindar una serena y feliz bienvenida a nuestro hijo Miroslav Muwan Antil, en el calor y amor de su hogar, tal como mis hermanos y yo nacimos hace muchos años en nuestra casita en Jolom Konob’.
Cuando supimos que Yana estaba embarazada de nuestra primera hija, Yanushka Lucía, nos llenamos de felicidad. Con ilusión fuimos a la primera cita con el médico en un hospital. A los tres meses de embarazo, él nos comenzó a “preparar” en caso de que se requiriera cesárea. Nos habló de muchos riesgos, haciendo que la cesárea sonara inevitable. Aunque confiábamos en nuestro doctor, no podíamos evitar preocuparnos. Sin embargo, Yana estaba decidida a tener un parto natural, y yo convencido de apoyarla. Investigamos. Nos preguntamos cuántos partos naturales habría asistido nuestro obstetra y descubrimos que el uso de tal método sigue disminuyendo alarmantemente.
Con la sabiduría ancestral y la guía de una comadrona, nuestro hijo nació en la intimidad de nuestro hogar.
Decidimos buscar la sabiduría ancestral y holística de una comadrona. No se trata solo de dar a luz; el tiempo del nacimiento de cada persona tiene su razón de ser. Gracias a Dios, Yanushka Lucía nació saludable, bajo agua, en una clínica de nacimientos naturales, tal como queríamos. Por eso, cuando supimos de nuestro segundo embarazo, sabíamos que debía ser atendido por una comadrona. Esta vez, Yana quería un nacimiento que ocurriera en la intimidad de nuestro hogar. Encontramos a Mary Harris, una comadrona de mucha experiencia. Realizamos los ultrasonidos que nos pidió. Seguimos citas mensuales, luego quincenales y, finalmente, semanales. A las 37 semanas de embarazo llegó a nuestra casa para asegurarse de que todo estuviera en orden. Yana se sentía segura y feliz.
Nuestro seguro médico solo ofrecía una comadrona que asistía nacimientos en el hospital. Los seguros no promueven partos asistidos por comadronas y casi ninguno cubre nacimientos en casa. Aun así, en EE. UU., un 10% de los partos son asistidos por comadronas. El seguro limita a las madres que desean partos naturales con comadrona. Vivimos una época en que lo normal se convierte en anormal. El porcentaje de cesáreas en EE. UU. está creciendo. Según la CDC (la principal organización que protege la salud pública), “en EE. UU., la alta tasa de cesáreas se atribuye a múltiples factores, incluyendo decisiones basadas en la conveniencia y la gestión del tiempo hospitalario, así como el temor a complicaciones”.
En Guatemala, ¡estamos bendecidos! Aquí hay comadronas que han heredado el don de cuidar embarazos y recibir vida por generaciones, sobre todo en el área rural. Los partos naturales no solo son posibles: a menudo son la mejor opción, con pronta recuperación de la mamá y salud de los bebés. Las comadronas usualmente son madres y conocen las necesidades, emociones y temores de las embarazadas, sobre todo de las primerizas. De ahí la importancia de que, como sociedad, las valoremos y aseguremos que las herramientas que necesitan para el cuidado de las embarazadas les sean accesibles. Debemos asegurar que su sabiduría sea reconocida, valorada y transmitida. Le dije a mi esposa lo mucho que admiro su valentía por dar a luz de manera natural en casa. Yana me respondió: “Marcos, yo admiro más a las mujeres que tienen que dar a luz con un parto inducido con el riesgo de terminar en cesárea. Dar a luz de manera natural desde el hogar es, sencillamente, natural.”